lunes, 30 de enero de 2017

Lily Mod 6. On' nanoko

 
La Chalmul’s Cantina, o «Black hole», como solían llamarla sus clientes asiduos, era un caleidoscopio de formas de vida, uno de esos antros portuarios donde podía verse, desde un estibador tailandés a un oficial de carguero de la Merchant Fleet Interstellar. Su propietario, antiguo marino, mercenario y traficante, fan irredento de la vieja saga Star Wars, era un personaje singular y su local, un refugio seguro para todo tipo de calaña que se moviera por los niveles más bajos de Odaiba, al menos mientras conservaran algún yen en su bolsillo.
 
Ebisu avanzó con dificultad entre el humo y la gente para situarse en un lugar medianamente tranquilo, donde el barullo de voces en todas las lenguas y el retumbar de la música fuese menos insoportable. Eligió un hueco en la barra, pidió Nitro con hielo y se acodó para esperar mirando hacia la sala. En el extremo opuesto llamó su atención un pequeño escenario en el que un grupo de ganimedianos amenizaba la velada con instrumentos de viento y la potente voz de una joven menuda, de tez pálida y ojos tristes.
 
Ebisu estaba hipnotizado por la letra de una canción que, en estilo folk, contaba la historia de amor entre dos jóvenes en plena Guerra del Silicio cuando, ante él, se interpuso una silueta. La ondulada cabellera del color del vino tinto, el tatuaje en el hombro con forma de mariposa o el porte orgulloso y cimbreante, hubiesen podido despistarle, pero una sonrisa indescriptible y la mirada felina, no dejaban lugar a dudas.
 
—¿Qué te han hecho, Lily?
 
—¿Me has reconocido?—contestó ella, con satisfecha ingenuidad—.
 
Ebisu ignoró la pregunta.
 
—Veo que no has perdido el tiempo… ¿De qué va esto, Lily?
 
—No lo sé… Ellos me han pedido que hable contigo… Te necesitan… Y supongo que piensan que tengo capacidad para influir en tu predisposición a escucharles.
 
—¿Y puedes hacerlo?
 
—Puedo…, pero no es necesario. Has venido, y no te vas a ir sin saber lo que tienen que decirte.
 
—Tu lógica de calculadora barata es aplastante, pero no sé si sabes que estás consiguiendo el efecto contrario… Si he venido hasta aquí, es por ti.
 
Lily Mod esperaba esa respuesta y su «lógica de calculadora», en este caso, le decía que esperar no era sinónimo de predecir, sino de desear.
 
—Ebisu, era la única opción disponible… Tú no podías… ni tenías por qué hacer frente al chantaje de Yusuri.
 
—Ya… Al menos podíamos haberlo hablado…
 
Ebisu se sentía extraño con esos nuevos sentimientos, como quien se descubre enamorado de una muñeca de silicona.
 
—¿Habría cambiado algo?
 
—Supongo que no… ¿Qué quiere esa rata entonces,… si ya estás con él?
 
—Él mismo te lo dirá… Y no estoy con él… Estoy contigo.
 
Ebisu siguió a la Call-Girl hacia uno de los reservados. Allí estaba el tipo de los ojillos de rata junto a otro más delgado, de cabello alborotado y con una especie de gafas protectoras sujetas en la frente. Una vez hechas las presentaciones, se sentaron los tres alrededor del kotatsu. Lily se mantuvo al margen, arrodillada en postura seiza.
 
—En primer lugar—comenzó Yusuri, extendiendo su sonrisa como el gato de Cheshire—, quiero dejar claro, aunque ya has podido comprobarlo por ti mismo, que no somos unos ladrones. Tu «Ciber-Lumi» vino rodando como una moneda calle abajo.
 
Él mismo acompañó su ocurrencia con una risotada y un codazo cómplice a su compañero.
 
El tipo de ojillos de rata repitió varias veces a lo largo de su perorata el símil de la moneda y la calle. Y también habló de una alcantarilla al final de la misma o de la ranura de una hucha. Alabó el trabajo de Hisoka y expuso los motivos que le habían empujado a confiar en su pericia para después contar los detalles de su descubrimiento. Ebisu le prestaba atención pero, de vez en cuando, miraba de reojo a la Call-Girl, estudiando su reacción.
 
El discurso de los dos hombres, sin embargo, poco a poco fue perdiendo interés para él, convirtiéndose en un murmullo incapaz de mantener el tono por encima de los propios pensamientos. Una vez que comprendió lo que trataban de decirle, fue el silencio de Lily lo que captó toda su atención. Él sabía que, a pesar del ruido de fondo y del volumen discreto que empleaban sus compañeros de mesa, la Call-Girl escuchaba perfectamente lo que se estaba diciendo. A ellos tampoco parecía preocuparles, bien por considerar que hablaban de conceptos que la feminoide sería incapaz de comprender, bien porque les trajese sin cuidado pues, a fin de cuentas, ella no poseía ningún control sobre la situación.
 
—Pero, entonces… si puede pensar…—intervino al cabo de un rato, como hablando para sí mismo—.
 
—No te equivoques, chaval…—le cortó el sono henkan— Es como un bebé de teta. Puede que tenga la capacidad de pensar, pero le queda mucho que aprender. Por otra parte, su unidad de programación controla todo lo que su pequeño cerebro humano sea capaz de procesar, para que no se salga de los parámetros establecidos… Hay cosas que la tecnología no puede crear, pero sí que puede controlar… Voy a permitir que conozcas la tristeza, pero no la rabia; voy a dejar que experimentes el placer, pero no el deseo de prolongarlo; voy a dejar que quieras vivir, pero sin saber lo que es morir… Voy a moldear tu cerebro desde su misma creación y te voy a dotar de las mejores herramientas físicas para tu desempeño… Vas a ser el robot perfecto.
 
Ebisu llevaba años trabajando para la RP, y cultivando en silencio un exacerbado resentimiento hacia esa deshumanización que la multinacional exhibía como marca de la casa. Sin embargo, todo aquello le parecía una locura que le excitaba en la misma medida que le repugnaba.
 
—¡Ya basta!…—zanjó el hacker, alzando la palma de la mano—. No estoy al tanto de que se esté experimentando con esa tecnología en la RP… Y en todo caso, no veo de qué sirve que me contéis todo esto… El hecho de que la 361 esté aquí ya es una infracción de la ley y…, la «morpho» la habéis hecho vosotros, no yo.
 
—No vayas de listillo, chaval—se defendió Yusuri—, que estamos todos en el ajo.
 
—¡Pues, apesta!... Todo esto es… aberrante.
 
Hisoka, presintiendo que aquello no iba a tener buen fin, desvió la conversación hacia algo más práctico.
 
—Puede que la misma raza humana no sea más que una aberración en el cosmos… Pero lo que aquí nos ocupa es otra cosa…. Ese fallo que ha provocado que la mismísima RP eche atrás su gran proyecto. Eso, junto a este bonito «souvenir» es lo que nos va a permitir cambiar de status…
 
—No comprendo…
 
—Tu Lily es un prototipo especial, único ahora que se han eliminado todos los ejemplares. Han creado células orgánicas y utilizado genoma humano, algo expresamente prohibido por la Convención de Ingeniería y Desarrollo Cibernético. Por un lado, la sola venta de información sobre este producto podría generar muchísimo dinero y si no, probablemente, podríamos obtenerlo de la misma RP. En cualquier caso, el juego es muy peligroso y necesitamos un seguro… Por otro lado, está el asunto del suero. Hemos de conseguirlo, o saber cómo…
 
—Y ahí es donde entras tú—continuó Yusuri—. Del trabajo sucio ya nos encargaremos nosotros, pero necesitamos a alguien dentro… Sin ese suero, tu muñeca tiene los días contados.
 
Lily Mod permanecía impasible. Ni sus ojos, de un gris acerado, ni la expresión de su rostro, traslucían la más mínima señal de comprender una situación en la que, deseo y ambición formaban un cóctel explosivo y, la mecha del resentimiento, podría provocar la ignición.
 
Los dos tipos, una vez conseguido el efecto deseado, se levantaron para marcharse. Yusuri apoyó una mano en el hombro de Ebisu.
 
—Piénsalo, amigo. Si te decides, habla con «Han Solo», él sabe dónde encontrarnos.
 
Sin mediar ninguna seña, Lily se irguió para seguirles, dejando su última mirada languidecer en los ojos de Ebisu. Y él siguió mirándola mientras se iba, recordando los días en su apartamento, sus palabras, su piel cálida, su perfume. Él sí sabía por qué la RP había decidido abortar el proyecto.
 
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lunes, 16 de enero de 2017

¡Qué verde era mi barrio! Oportunidades


¡Click, click!

—Buenos días Claudio. ¿Sería tan amable de traer a mi despacho los catálogos de los proveedores de lencería? Quiero echarles un vistazo de cara a la campaña de Navidad.

—Por supuesto, Clara. En un momento se los llevo.

¡Click!

—¡Ah, por cierto, Clara!... Me habría gustado más que hubiese venido usted a mi mesa a recogerlos, como ha hecho otras veces… Porque me embriaga su perfume, esa cremita que se da por las mañanas… después de la ducha… Y yo que la imagino frente al espejo, recorriendo su cuerpo desnudo con las manos… Las mías por supuesto… Antes de ceñir el delicado encaje que cada mañana me turba… y perturba mi sentido de la discreción… Y me encanta… que me roce con sus tetas cuando se acerca tanto para darme instrucciones… Son tan… turgentes. Como parecen ser esas nalgas prominentes… ¡Caramba! Lo que realmente me encantaría es un vis a vis en la planta de «oportunidades» y hundir mi cara entre esos glúteos y mi lengua entre sus labios, los mayores y los menores… Y succionarle hasta la bilis, que seguro que en su caso es dulce en lugar de amarga… O hacer ventosa en sus pezones y extraer hasta la última gota de su esencia, para hacerme un cappuccino esperando que suplique… que la folle, que penetre y que me escurra entre lo más húmedo de su entrepierna, para hacer fluir su mar interior mientras el mío se desparrama como un géiser sobre su vientre, volcán de lava, catarata de espuma, avalancha nívea que cubre…

¡Click!

—Esto… Claudio, ¡Por amor de Dios!, tiene abierto el intercomunicador…

—¡Oh, Dios!... ¿Clara?… Verá, no era usted… Bueno, sí era usted pero no era para usted… No era yo… Bueno, si era yo pero… ¡Ensayaba!, sabe… Ensayaba para una obra… para un cuento… Sí, un cuento que estoy escribiendo… Erótico, ya sabe, para mi blog…

—Claudio… me refería al intercomunicador de la megafonía…

—¡Ah!... Ohhh… ¿Quiere decir que todos...? Entonces, del aumento ya ni hablamos, ¿no?

¡Click!
 
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lunes, 2 de enero de 2017

Lily Mod 5. Morpho


En entramado de acero y cristal, en medio de la bruma vespertina de Odaiba, los gigantescos rascacielos unían sus esqueletos a través de la red de pasarelas a distintas alturas, por las que millones de habitantes evitaban el descenso a los infiernos en sus desplazamientos diarios. Entre ellas, miles de vehículos aéreos se cruzaban y reflejaban sus luces en los inmensos paneles publicitarios, que se insertaban sobre la estructura, llenando la ciudad de imágenes idílicas, de sonrisas felices, de promesas enlatadas. Cientos de metros más abajo, en los niveles inferiores, las escasas luminarias que permanecían en servicio a duras penas traspasaban la densa oscuridad, creando efectos tenebrosos en el vaho que emanaba de alcantarillas, tragaluces y respiraderos. Porque la ciudad no solo se proyectaba hacia el cielo huyendo de la polución. Toda la red subterránea que antes conformaba el sistema de comunicaciones, de servicios, de aparcamientos, era ahora un submundo tan poblado como el de superficie, pero de seres oscuros, desahuciados incluso de lo más bajo del sustrato social de Odaiba.
 
En uno de aquellos subterráneos, próximo a los antiguos muelles de carga, se escondía un extraño labo, que más podría parecer una vieja chatarrería, donde se amontonaban vehículos de todo tipo, androides y feminoides desmembrados, extraños artilugios y varias mesas con multiescáneres, sistemas informáticos, impresoras 3D, troqueles, pinturas y un sinfín de objetos que, como piezas de coleccionista, se repartían por numerosos anaqueles y vitrinas. Las grandes aspas de dos turbinas de ventilación acompañaban su zumbido intermitente con un baile de luces y sombras que hacían más tenebroso el espacio.
 
Hisoka, también conocido por Sono henkan, el transformador, trabajaba en un rincón, bajo una potente lámpara LED que parecía extraer la escena de contexto.
 
—A pesar de tus innegables cualidades, eres una criatura inacabada, mi querida «on'nanoko»… Pero yo voy a hacer que alcances la perfección.
 
Ante él, un cuerpo femenino desnudo, desprovisto de su epidermis en rostro y cuero cabelludo, descansaba sobre la espalda en una plataforma metálica.
 
La operación consistía en añadir algunos anillos tibiales para aumentar su estatura, dar más volumen a sus senos—un pequeño capricho personal—, quitar ese tatuaje tan horrendo y en su lugar colocar otro, rinoplastia, pómulos, labios y estrato capilar, como cejas, pelo, y ese hortera vello púbico en forma de corazón. En cuanto al iris, no había problema, ella misma era capaz de cambiarlo a voluntad.
 
En aquellos ojos sin párpados, un pequeño pálpito luminoso era el único signo vital.
 
Comenzaría por la parte más complicada, el rostro, pero antes que nada, quería satisfacer su curiosidad morbosa, así que tomó uno de sus instrumentos de precisión y, con la meticulosidad de quien ama su trabajo, descubrió la parte posterior del cráneo. Estudió con deleite cada uno de los circuitos externos y después, separó con sumo cuidado los dos hemisferios cerebrales que, en realidad, hacían de cubierta al verdadero centro neurálgico. De repente, se quedó paralizado. Los dedos le temblaron imperceptiblemente y, soltando sobre la plataforma el instrumento metálico, cerró el puño intentando detener la agitación. Lo que acababa de ver superaba con mucho todo lo que podía imaginar.
 
                                                                     ***
 
Cuando Yusuri volvió a buscar a Lily Mod, no daba crédito a lo que veía. El feminoide estaba ante él, de pie y totalmente inmóvil, como una escultura de cera. Pero si antes, la Call-Girl ya lucía con luz propia, ahora tenía un brillo que, como a las polillas, atraía irremediablemente a quién estuviera cerca de ella. El «cirujano plástico» le había dado un porte más esbelto y, modificando la estructura de omóplatos y clavículas, había conseguido una natural postura de hombros erguidos y pecho proyectado hacia delante. Un pecho, por lo demás… exuberante. Labios carnosos, cejas marcadas y ojos profundos. Melena larga, del color del vino tinto. En el hombro izquierdo, el tatuaje de una mariposa azul del género Morpho. De cerca, sus largas pestañas y sus ojos cambiantes, hechizaban al más escéptico.
 
Hisoka observaba con evidente satisfacción su obra de arte hasta que, pareciendo despertar de un fantástico sueño, torció el gesto y llamó aparte a su cliente.
 
—Has hecho un gran trabajo, Hisoka. Es imposible reconocer en ella a una 361. Sabía que podía confiar en tu pericia…—empezó a decir Yusuri con evidente satisfacción—.
 
—Ya, ya… Mira, Yusuri—le interrumpió apremiante el diseñador e ingeniero en Mecatrónica—, una de mis normas es no hacer preguntas, pero… en este caso tengo que hacer una excepción… Discúlpame.
 
—¿A qué te refieres?—preguntó su cliente, un tanto desconfiado.
 
—Hay algo que creo que no sabes—dijo, mientras empujaba a Yusuri al interior de una especie de almacén de piezas y cerraba la puerta—… ¿De dónde has sacado este juguete?
 
—Eh, bueno… Me la pasó un pringado de la RP que no sabía qué hacer con ella… Tú ya me entiendes…—contestó Yusuri mirando hacia la puerta, cada vez más intrigado por la actitud del ingeniero—.
 
—En parte sí, pero… entonces he de retroceder más… ¿Cómo llegó ella hasta ese tipo?
 
—Pero, vamos a ver… ¿Eso qué importa?—dijo un tanto incomodado por la insistencia de su amigo—. Ni yo mismo llegué a preguntárselo. Es un hacker. Será un tío con mucho vicio que necesita microchips hasta en la cama… Yo solo le ofrecí un buen negocio y él prefirió deshacerse de ella y mandármela de regalo. A fin de cuentas, es imposible desbloquear su sistema de pago… Ni siquiera pudo hacerlo el hacker, por lo que no sirve para otra cosa que para calentar el colchón.
 
—Lo que me has traído es algo más que un generador térmico con tetas.
 
—Ya me he dado cuenta…—Una sonrisa cómplice se dibujó en su rostro—.
 
—No me refiero a eso… Lo interesante está aquí—dijo, tocándose la sien con el dedo índice de la mano derecha—.
 
—No pienso pagarte ni un yen más—replicó Yusuri, a la defensiva—, así que ya la estás activando porque estoy deseando salir de este antro.
 
—¡Ja! Ella misma programó el estado de hibernación por el tiempo que yo le dije que tardaría en completar su transformación. Dentro de quince minutos, tu muñeca, solita, volverá a la vida… Harías bien en aprovechar ese tiempo para escuchar lo que voy a decirte.
 
—Vale. Suéltalo—se resignó, inclinando la frente—.
 
—Este modelo no es un feminoide cualquiera… Ahora comprendo el empeño en quitarlos de la circulación con la excusa de la salida al mercado de la… «versión completa». En realidad no era una «trial», sino un experimento… Y les ha salido mal.
 
Yusuri no comprendía a donde quería llegar el Sono henkan, pero lo que intuía no le gustaba nada.
 
—Verás… —continuó Hisoka—. Yo mismo he estado trabajando en este tema durante muchos años, pero jamás hubiese imaginado que podría completarse. Evidentemente, la RP tiene medios para ello. No podría explicarte los detalles, pero básicamente, han clonado células madre embrionarias y las han desarrollado para configurar el tejido cerebral…
 
—¡A mí no me hables en chino!—protestó airado Yusuri.
 
—Para que me entiendas, han creado un cerebro vivo, lo han encerrado en una cápsula proteínica y lo han insertado en un cuerpo cibernético. Lo que tienes ante ti, es un ser vivo en un cuerpo mecánico.
 
Hisoka, cada vez más excitado, se movía de un lado a otro del pequeño almacén y Yusuri, inmóvil, lo seguía con los ojos.
 
—Ya sé que, dicho así, parece que han tomado a un ser humano y le han dotado de un cuerpo artificial, pero no es exactamente eso. Han desarrollado un cerebro desde cero, pero con la programación de un robot. El objetivo consistía en dotar a sus seres mecánicos de una inteligencia prácticamente equiparable a la de un humano, pero sin recuerdos, sin sentimientos, sin otro aprendizaje que no fuera el programado…
 
—Crear un cerebro, programarlo y darle un cuerpo prácticamente inmortal…—concluyó al fin Yusuri—. No es mala idea.
 
—Eso es—confirmó el ingeniero abriendo los brazos —… Pero les salió mal, y ahora quieren rectificar… No sabemos hasta dónde llega lo orgánico ni dónde comienza lo sintético, ni sabemos cómo han logrado la sinapsis entre las neuronas y el sistema incorporado… Habría que analizar el software a fondo y el nivel de fusión con la estructura orgánica, pero vamos… Sea lo que sea, algo ha fallado. Amigo mío, puede que tu 361 no tenga recuerdos, emociones, que no sepa estructurar razonamientos complejos… Yo que sé. Pero lo que está claro es que, potencialmente…, puede pensar.
 
—Pero… ¿Por qué dices que les ha salido mal?
 
—Evidente… Si no fuese así, no tratarían de deshacerse de todos los ejemplares sin más.
 
—Entonces, su presencia puede ser una bomba de relojería… No puedo tenerla conmigo—Yusuri apartó al ingeniero y se dirigió a la puerta.
 
—Espera, espera… No vamos a matar a la gallina de los huevos de oro. Este pequeño robot, colega, es un tesoro científico…. Sin embargo, hay ciertas incógnitas que hemos de resolver. Como te digo, no la he examinado a fondo, pero dudo mucho que su sistema sea capaz de sintetizar proteínas, por lo que, necesariamente, hubo de tener un aporte externo a través de un suero, de forma periódica. Probablemente, tu amiguita hace semanas que no come.
 
—Pero… entonces no habría ¿muerto?—preguntó con ingenuidad—.
 
En el labo, Lily Mod permanecía en la misma postura, con hierática mirada dirigida hacia la puerta cerrada del almacén. El brillo latente de sus ojos había encendido el iris y en su cerebro biónico, la chispa de la consciencia recorría todas las terminaciones sinápticas, despertando su sistema del trance autoinducido. Tardó unas décimas de segundo en procesar la información, tanto de los cambios en su cuerpo como del entorno. Sin duda, había tomado la decisión correcta. Una mueca se formó en sus labios de forma instantánea, sin que mediase una orden expresa. Era una sonrisa.
 
—¿De dónde has salido, tío… Del siglo pasado?—se burló Hisoka—... Un chute de algún suero especial puede dar a ese pequeño cerebro los nutrientes que necesita para muchos meses. Y si faltasen, algún chivato estaría ya dando el aviso. No… Lo que no sabemos es cuando se metió el último.
 
—¡Me importa una mierda tu ciencia!… Solo me falta que se vuelva loca, o que la mismísima RP venga a buscar a su criatura…
 
—Yusuri, Yusuri…—terció Hisoka, intentando tranquilizarle—. No nos vayamos a esos extremos. Hay muchas preguntas en el aire y, antes de tomar una decisión precipitada, lo mejor es que busquemos algunas respuestas. Ahora no estás solo en esto, amigo.
 
Yusuri no pudo evitar que a su mente regresasen imágenes de momentos en los que Lily Mod había logrado llevarle hasta los límites del éxtasis. Imágenes que creaban en su psique una infinita sensación de necesidad.
 
—¿Ah, sí?... Y tú, ¿por dónde empezarías a buscar?
 
                                                                     ***
 
Ebisu comenzaba a perder la esperanza. El tipo de los ojillos de rata parecía haberse metido bajo tierra con sus congéneres, y no tener ninguna noticia de Lily Mod le hacía pensar que, tal vez la Call-Girl ni siquiera le recordase. A fin de cuentas, no estaba haciendo otra cosa que proyectar sus emociones humanas en un ser inanimado.
 
Esa noche, mientras subía hacia su apartamento en el ascensor panorámico, contemplando los millones de luces multicolores que se extendían hasta el horizonte y daban al cielo un color ambarino, tomó su decisión. No volvería a pensar en Lily. Cuando abrió la puerta del piso, vio en el suelo una nota que alguien había introducido bajo la puerta. La tomó y leyó.
 
«Tu muñeca está conmigo. Tenemos que vernos. Mañana, a las diez, en la Chalmun´s Cantina. Yusuri»
 
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