lunes, 21 de noviembre de 2016

Suertes


Está amaneciendo en Istambul, la ciudad más cosmopolita de Oriente Medio. El Ezan se escucha desde todos los rincones de la urbe, llamando a los fieles a la oración. «Allahu Ekber», «Dios es grande», exhortan los muecines desde cada una de las mezquitas.

El viejo tranvía de Istiklal Caddesi desciende ya hacia el mar desde la Plaza Taksim, con la trasera cargada de niños. Umay se enoja porque Mesut no le echa una mano, pero saca fuerzas de flaqueza y se engarfia a la barra en el último instante. Kerem se ríe a carcajadas y ella le muestra la mano libre con el puño cerrado, a modo de amenaza.

Los tres amigos saltan del vagón unos metros más abajo y corren descalzos por las calles comerciales, todavía desiertas. Saben que es la mejor hora para recolectar entre la basura. Si tienen suerte, puede que encuentren suficientes plásticos, latas y algún pequeño tesoro que les permita obtener tres o cuatro liras y, con ello, no tener que estar pateando durante todo el día.

Cuando eran más pequeños, bastaba con hacer de reclamo junto a los mayores, o pidiendo limosna, para sacar una buena tajada. Su lugar preferido era la entrada a la mezquita de Süleymaniye, lejos del bullicio de Santa Sofía. Sin embargo, a los doce años, sus fibrosos cuerpecitos ya no inspiran tanta compasión y, si no quieren revolver en los desperdicios, tendrán que recurrir a pequeños hurtos entre los turistas incautos.

Hasta hace unos años vivían con los mayores y otros cuantos niños más, hacinados en una vivienda abandonada de Tarlabaşı que amenazaba con caérseles encima en cualquier momento. Dormían en húmedos colchones, por tríos o parejas para darse calor, compartiendo espacio con pulgas y chinches. Ellos tres crearon un vínculo especial, una especie de hermandad, aunque nunca podrían saber si lo eran de sangre. Nadie lo sabía, ni quiénes eran sus padres o si los tenían. Según los mayores, éstos habían muerto en las guerras y ellos tenían mucha suerte de ser acogidos, cuidados y alimentados.

Mesut, con medio cuerpo introducido en un contenedor de basura, llama a gritos a sus compañeros, poseído de una explosiva excitación. Umay y Kerem corren hacia él contagiados de la misma euforia, aún sin conocer el motivo de la misma. El miembro más pequeño del grupo, en estatura, porque en edad los tres decidieron contar la suya a partir del mismo día, levanta su trofeo en la mano, una tetera de émbolo, como esas que venden a cientos en el Gran Bazar, pero ésta de fino cristal grabado y piezas metálicas en damasquinado. A buen seguro, aquel regalo haría feliz al baba Ihan y evitaría que les golpeara por no llevar suficiente recaudación. Incluso puede que les dejase fumar bonzai con él.

A media tarde, cuando su sombra es tan larga como ellos y los muecines recitan el ikindi, dan otra batida, aunque menos provechosa. Se entretienen riendo los malabarismos del heladero Yusuf, el único que no les echa por espantarle a los turistas, y saludan a su amigo Aydin, que tuvo la suerte de ser adoptado por un anciano vendedor de kestane kabap a pesar de tener un solo brazo. Siempre que le ven piensan en la fortuna que debió pagar el castañero por un niño que, gracias a su mutilación, debía aportar a su clan tanto dinero como ellos tres juntos.

La última llamada a la oración, ya de noche, les coge siempre junto al mar. Mientras los fieles se inclinan, ellos caminan, exhaustos y hambrientos, a uno y otro lado del puente Gálata, buscando la silueta familiar de Özgür, uno de los muchos pescadores que abarrotan la balaustrada. Mesut cojea y se queja de un cristal que le hace dejar una huella de sangre en el asfalto. Umay se ríe de él y le dice que, como siga comportándose como una niña, nunca va a llegar a hombre.

El tiempo ya no transcurre mientras observan a Özgür lanzando la caña entre los barcos que cruzan el Cuerno de Oro, llenando su cubo de sardinas. Luego, cuando las haya vendido, encenderá una fogata abajo del puente, entre la multitud de parrillas que perfuman el aire con el olor del pescado asado. Juntos darán buena cuenta de aquellas pocas piezas que se ha guardado para sí.

Esa noche, la del día en que han decidido cumplir doce años, la pasarán junto al pescador, acurrucados unos contra otros, escuchando historias que nunca antes han oído contar, como la del genio y su lámpara maravillosa. Tan maravillosa como esa tetera en la basura, que les ha pagado unas horas de libertad.

Cuando cumpla trece años, Umay será enviada a un campamento en Nigeria donde, junto a muchas otras niñas, será violada sistemáticamente hasta quedar embarazada, produciendo nuevos bebés para las listas de espera. Por suerte para ella, morirá en su segundo parto. Cuando cumpla trece años, Mesut será vendido a cierta organización que extirpará sus órganos, corazón, riñones e hígado, multiplicando exponencialmente su valor al ser trasplantados en los países occidentales. Una vida por otra será su suerte. Cuando cumpla trece años, Kerem, el más fuerte de los tres, será adiestrado por la mafia en el uso de armas, robo, secuestro y extorsión. Será carne de cañón para las operaciones más peligrosas, hasta que una bala perdida acabe con su suerte, la de haber vivido unos años más que sus amigos.

Pero todo esto ocurrirá dentro de un año. El futuro no es más que una posibilidad y tan sólo el presente importa. Y esa noche, en la que duermen bajo las estrellas y su manto de eternidad, es la noche de paz de un día de suerte.
 
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32 comentarios:

  1. Muy triste relato, amigo Isidoro, triste y real para millones de Umay, Mesut y Kerem que habitan el planeta Tierra. Me ha recordado un poco a "Slumdog Millionaire", pero nuestros desgraciados protagonistas no tienen ningún 50x15 que les saque de su miseria.
    Buen trabajo como siempre, compañero.
    Un abrazo enorme.

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    1. Sé que es triste, y duro. Son esos relatos que nunca sabes muy bien que reacción van a provocar en el lector. Me alegra tu comentario, Bruno. En cualquier caso, dentro de su dramatismo, quiero dar un mensaje de esperanza al contar la historia refiriéndome al futuro tan negro de los niños, no como algo que está ocurriendo, sino como algo que se puede cambiar. A fin de cuentas, lo que importa es el presente. Es donde nosotros podemos actuar.
      Un fuerte abrazo, amigo

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    2. Ssos unico .....y has crecido tanto con tus letras
      Un abrazo inmenso querido amigo

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    3. Demasiado amables son tus palabras, je, je, pero te las agradezco un montón, porque sé que las dices con toda sinceridad. Aquí, en la blogosfera, todos aprendemos un poco de todos. Y, por supuesto, todos disfrutamos con lo que leemos y escribimos. Para mí, es una suerte, un privilegio y un placer compartir letras contigo. Un fuerte fuerte abrazo, Mucha

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  2. Isidoro nos has contado una triste historia de unos niños que desde que nacieron están padeciendo la miseria del hambre y el abandono. ¿Cuántos niños como estos habrá en el mundo?. Que suerte tenemos de haber nacido aquí y en este tiempo. Un abrazo

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    1. Pues millones Mamen, millones, por desgracia. Y lo peor de todo es que no son más que carne de cañón para las grandes mafias mundiales, meros ceros en sus cuentas bancarias. Y sí que tenemos suerte, porque estamos dentro del porcentaje más pequeño de la población mundial. Muchísimas gracias por pasarte y comentar compañera. Un beso muy grande

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  3. Escribes muy bien, ya lo sabes. Cuando te leo es como si estuviera abriendo un nuevo libro de esos ya publicados y que están a la espera para leer. Es muy triste la historia de esos niños. Pero en su descargo creo que ya lo tienen asimilado. Como yo digo siempre, son niños que nacen ya con las cartas marcadas. Una vez oí decir a Almudena Grandes que esos niños ya son conscientes de su corta vida, pues dijo que contaban historias de niños y siempre se morían a una muy corta edad; por cualquier percance o enfermedad. Lo triste es que aunque, hoy mismo, lo veamos, para mañana no se va a solucionar, al contrario: cada vez hay más desgracias, más hambre y más corrupción por el mundo. Es triste, pero así es.

    Un abrazo muy fuerte.

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    1. Si escribo muy bien para ti, puedo sentirme satisfecho. Tienes mucha razón Marián, esos nichos ya nacen con las cartas marcadas. De alguna manera, ese fatalismo quería que quedara presente en mi relato. Se trataba de contar su historia, no desde nuestro horrorizado punto de vista "civilizado", sino desde el suyo, desde el de quién simplemente ve la vida como lo que es para él: la suerte de un día. Y no, no se va a solucionar. Como muy bien dices, el mundo es así. La desigualdad es algo consustancial al ser humano. No lo vamos a cambiar ninguno de nosotros, pero yo creo que, lo importante no es cambiarlo, sino ser consecuente con lo que uno piensa. Y eso ya es muuuuy difícil de conseguir, así que no vamos a meternos en camisa de once varas.
      Un placer tenerte por aquí, Marián. Un beso muy fuerte

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  4. Esta vez soy yo la que te pregunto ¿cuándo voy a comprar un libro tuyo en las librerías? Te felicito de todo corazón, Isidoro. He disfrutado de cada línea de esta historia que tiene el sabor de Estambul. Empezando por la división en distintos momentos del día marcados por la llamada a la oración. Una tragedia contada sin dramatismo, como ya viene siendo habitual en ti, y por ello más impactante. Llena de personajes secundarios que apenas presentas en una frase pero que cobran vida y dotan de realismo al relato. ¡Si parece que estamos allí! Se nota bien la labor de documentación y me atrevo a adivinar que conoces la ciudad y que te ha gustado mucho. Te felicito y, lo dicho, avísame cuando publiques, que seré la primera en comprar y hacerte promoción.

    Un beso

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    1. Nada me gustaría más, Ana, pero como tú misma has dicho, si no recuerdo mal, me da mucha pereza pensar en todo el trabajo de la promoción, la maquetación, etc., aparte del inconfesado miedo al fracaso. Lo cierto es que me siento muy cómodo con el blog. Eso sí, si me decido a hacer una recopilación de relatos o escribir algo más largo con vistas a su publicación, tú serás la primera en enterarte, no lo dudes. Y por cierto, ya que lo dices, una compañera bloguera ha publicado un relato largo en Amazon, que parece una buena opción. No creo que sea descabellada la idea de que tú puedas sacar alguna selección de entre tus magníficos relatos. Yo también la compraría. Y no es por devolverte la pelota.
      Y vamos a lo que vamos: me alegro que te haya gustado, que hayas observado la estructura dividida por las llamadas a la oración (no deja de ser una crítica velada a la hipocresía de una sociedad que, mientras alza las manos al cielo, da la espalda a lo que tiene más cerca). Me gusta que aprecies la falta de dramatismo. Creo que no hace falta decir más, ¿verdad? Los personajes secundarios. Siempre me ha gustado servirme de ellos, como a ti.
      Y por último, aciertas nuevamente (eres muy perspicaz): Conozco Estambul, y he visto su lado turístico, bonito, y su lado oscuro. Ambos conforman la magia de una ciudad que fascina, que enamora a quien la vive. Sí, me gusta Estambul.
      Un beso enorme, Ana. Hasta pronto.

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  5. Vívido relato, Isidoro. Las descripciones de la ciudad y de los personajes están tan bien entrelazadas que nos parece ver la escena, nos sitúas realmente en Estambul con sus colores y sus dramas sin anestesia. Niños que nacen para morir sirviendo a los oscuros propósitos de quienes los explotan. Nunca deberían pasar estas cosas a las que el mundo civilizado prefiere no mirar. Tú has tenido la valentía de mostrarlas tal como son, denunciando la insensibilidad con la que el resto del mundo actúa y es precisamente en esta "aparente normalidad" en la que reside la monstruosidad de que el ser humano es capaz.

    Un placer leerte.

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    1. Muchas gracias por tus palabras Manoli. Tienes razón, no hay nada peor que la costumbre. Cuando algo así se convierte en normal, es que algo está pasando. Y no es nada bueno. Me gusta ese comentario sobre que las descripciones de la ciudad y los personajes están bien entrelazadas porque fue algo en lo que puse mucho interés. Quería precisamente fundir esa ciudad con la vida de esos niños. La miseria y la explotación existe en muchas partes del mundo, pero quizás en una ciudad de contrastes como Estambul sea el sitio idóneo para sentirla muy cerca.
      El placer es mío al recibir tus comentarios. Un fuerte abrazo

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  6. Conmovedor tu relato, y triste. ¿Has leído 'Persépolis'? Creo que no dejo de recomendarlo, pero es que es una maravilla de la que siempre me acuerdo cuando leo algo de esto.

    Como sea, me cuesta entender ciertas cosas que tratas en tu texto sigan pasando hoy en día, joder. Seguro que ya me entiendes: a buen entendedor, etc. Como pille a alguien vendiendo niños para quitarle sus órganos me va a escuchar pero bien.

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    1. Te comprendo Holden. Por eso precisamente no me corté ni un pelo cuando expuse el final dramático de los niños. Quise hacer una versión más light, pero al final, pensé que lo mejor era dejar la primera idea. Ese impacto después de disfrutar con las andanzas de los niños, de conocerlos, es lo que quizás haga comprender mejor lo terrible de la realidad. No son cuentos. Pasa todos los días, en cada segundo. Y no hace falta irse a Estambul.
      Me leí Persépolis. Es tremendo. Muy bueno. No soy un fan declarado de ese dibujo (soy más clásico, quizás, más académico), pero me enganchó la narración, la historia. Se me ocurrieron muchos relatos mientras leía, pero prefiero borrarlos de mi mente de inmediato, no sea que caiga en el plagio, je, je
      Un abrazo, compañero

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  7. Pues que quieres que te diga Isidoro, magnífico relato que me ha sorprendido. Comentabas más arriba que no sabías como lo iba a encajar la crítica. Pues cuando se trata un tema de extrema dureza como este, pero se hace llegando al lector en la forma en que tu lo haces, la sensación que deja es de haber vivido y sufrido lo mismo que esos niños, y eso es un gran punto a favor de su autor.
    No dejo de destacar lo exhaustivo de la documentación en todo lo que escribes, en este caso parece que hayas estado en Istambul y paseado por todos los escenarios que describes. Lo mismo ocurre con las costumbres locales o incluso los nombres de los protagonistas.
    A mi modo de ver el punto álgido del cuento llega cuando nos relatas el negro futuro que les espera a estos niños en tan sólo un año, es cuando el lector, después de haber vivido con ellos la dureza de sus vidas en los primeros párrafos, se horroriza con ese destino que nos haría palidecer a cualquiera. Triste que el mundo pasen cosas como esta, dice muy poco en favor de la humanidad.
    Felicidades por esta pequeña pero contundente creación. Eres un gran escritor, supongo que ya lo sabes pero de vez en cuando conviene recordar estas cosas. Un abrazo.

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    1. Muchas gracias por esas palabras Jorge. Es todo un galardón. Yo creo que me queda mucho para ser un gran escritor, pero cuando me lo dices, no veas como me sube el ego.
      Me satisface mucho que aprecies lo exhaustivo de la documentación porque, en este tipo de relatos, hay muy pocas cosas que deje a la imaginación. Lo dramático del asunto es que, aunque se trata de un relato ficticio, nada de lo que cuento lo es. Ni siquiera al duro final de cada uno es algo exagerado para impactar. He investigado, me he documentado y he descubierto cosas que, como dices, harían palidecer a cualquiera. Simplemente he escogido algunas de ellas para mi breve recreación. Efectivamente, ese impactante párrafo quiere ser el contraste entre la cercanía con que quería presentar a los protagonistas y su dramático final.
      Aunque tampoco quería terminar sin un mensaje optimista, un final en el que, el presente, sea el de un año o el de un segundo, es lo que importa, lo que podemos manejar.
      Sabes, me gusta mucho hacer humor, pero también me siento muy agusto en este tipo de relatos duros, contundentes, como dices tú.
      Muchísimas gracias, paisano, por estos comentarios tan estupendos. No soy capaz de expresar, por muy escritor que sea, el agradecimiento que siento hacia todos los que me leéis con esa fidelidad
      Un fuerte abrazo

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  8. Siempre me ha llamado la atención la amplia sonrisa de los niños más desafortunados, al menos los que tienen la posibilidad de correr bajo el sol de los países templados. Los niños pobres del mal llamado tercermundista, pues mundo hay uno solo bajo el mismo cielo. Así termina tu hiperealista y triste relato, con la sonrisa de unos niños sin esperanzas de futuro.
    Y en una ciudad maravillosa, hermosa y mágica, donde el del brillo dorado de los bazares, de las cúpulas, de los minaretes de las mezquitas, de los turistas despreocupados…contrasta con la pandilla de niños que tan bien has descrito, porque les has puesto nombre propio a cada uno de ellos, y características propias….la risa de Kerem, el enojo de Umay, Mesut, revolviendo la basura con medio cuerpo dentro del contenedor…y por un momento son tan felices con el inusitado hallazgo que todo lo demás no importa.
    De más está decirte lo bien que cuidas los detalles geográficos, y propios de, en esta ocasión Estambul, eso ya es marca Isidoro Arias Valcárcel.
    Pero sobre todo, nos cuentas el paisaje y pasaje de los tres amigos, del tránsito de los tres niños, que se hace extensible a cualquier niño que sufra de miseria.
    Isidoro, que bien lo has contado compañero.

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    1. Añado...que se me olvidó decírtelo, que pluralizar la suerte en el título no solo me ha parecido un acierto, sino un golpe de ingenio.

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    2. Pues sí, parece mentira lo que hace el sol... Luego nos extraña que tantos turistas vengan buscándolo desde esos países del norte, ¿verdad?
      Gracias por lo de hiperrealista, me alegra que aprecies esa característica (en el arte también me gusta) y, cuando escribo relatos de este tipo, cuido mucho los detalles (no solo me refiero a relatos tan dramáticos, por supuesto)Y por eso mismo elegí Estambul. tú lo has explicado a la perfección. Sabes, con lectores como tú, da gusto escribir. Pero gusto... gusto. Porque sientes que transmites lo que escribes, que se crea una conexión interna que va más allá de lo narrado. Un placer, sin duda. Muchas, muchas gracias
      Un beso enorme

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    3. Bien vista la intención del título. No hay forma de que los lectores lleguen a entrever absolutamente todo lo que el autor quiere decir en su texto. Pero hay veces que sorprenden al mismo escritor.

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  9. Me pareció estar ante una crónica mientras avanzaba en la lectura. Se te transparenta la vena de historiador cuando reseñas éstas realidades, aunque esta vez le haya tocado a una con iguales cantidades de crudeza y pesadumbre. Me encanta cómo entrecruzas con maestría las que figuran como tus dos intenciones principales al presentar un relato: documentar y entretener, sin descuidar ni un ápice la narrativa y despertando (o manteniendo) al tiempo el interés del lector hacia el tema.
    Una historia triste, indignante y conmovedora. ¿Quién dijo que las suertes tenían que ser siempre un evento afortunado? Espero que las de los personajes, obligados a conocer y vivenciar el mundo y la vida desde el lado menos amable, no se conviertan en su destino. Pero, claro, esto último es demasiado idealizar de mi parte.
    Un gusto leerte, Isidoro. ¡Un abrazote!! ;)

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    1. Muchas gracias Fritzy, me alaga un montón eso de que se me transparente la vena de historiador. Al menos en mis relatos, puedo ejercer de ello, ja, jaa. Todas esas cosas que dices que son mis intenciones principales a la hora de dar forma al relato... ¿Todo eso? Si parezco una enciclopedia visual. Bromas aparte, lo cierto es que tienes mucha razón: documentar, entretener y, sobre todo, despertar el interés sobre el tema. Porque es indignante, porque es espeluznante. Y no se si será idealizar el pensar que su futuro tan solo es una posibilidad, pero como en el relato, lo que importa es el presente, y desde ahí es desde donde se puede empezar a cambiar el futuro.
      Un abrazo muy fuerte, amiga. Tanto placer es el mío al leer tus comentarios. Porque escribes comentarios igual que poemas o relatos, con un estilo inconfundible y único.

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  10. Es triste imaginar el futuro doloroso de estos niños, pero es una realidad muy cierta. Hay muchos niños así y quienes pueden hacer algo por ellos, no lo hacen.
    Me ha gustado mucho este relato a pesar del dolor. Es importante mantener la felicidad presente de haber encontrado un pequeño tesoro donde nadie creía que había uno para no ahogarse en la incertidumbre del futuro.
    Tus personajes me han conmovido. Afortunadamente, tu relato los mantendrá siempre con la edad eterna de doce años y no llegarán a cumplir los trece.
    Un abrazote, amigo

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    1. Triste, triste, pero a veces es necesario presentar la realidad tal como es, sin paños calientes, para contar algo. Y ese que dices es el asunto principal. El presente. Ellos viven en el momento, disfrutando de un tesoro instantáneo, sin pensar en ese futuro para el que nosotros hacemos tantos planes. Dicen que no por haber vivido muchos años, has vivido más. Quién sabe, tal vez unos minutos de su vida tengan para ellos más valor que muchos años de quien no valora nada de lo que tiene.
      Un fuerte abrazo amiga. Un gusto tenerte por aquí

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  11. Oh qué doloroso y realista el futuro que espera a esos niños, me ha entristecido mucho y lo siento, me ha dejado una sensación de dolor y pena.
    El relato está muy bien escrito, me he sentido paseando por esas calles con tan vívidas descripciones, muy bien contado.
    Un saludo

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    1. Doloroso, sí. Y real. Siento haberte dejado esa sensación Conxita, de verdad. A pesar de todo el drama que el relato pone de manifiesto, hay un algo positivo en ello. Como todas las suertes, pueden cambiar. Como digo, el futuro no es más que una posibilidad. Por eso planteo en este tiempo el dolor que les sobreviene. Y no en el presente, que es Paz. Porque el presente es lo único que realmente existe, lo único donde podemos operar. Muchas gracias por leerme compañera. Un beso muy grande

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  12. ¿Sabes Isidoro? me dejas temblando con el relato de hoy, tienes una manera de transmitir que sabe llegar al lector hasta el punto de dejarnos así, por lo menos a mí, así como te digo, y es que me resulta escalofriante todo lo que pueda tener relación con los niños, quiénes deberíamos darles sonrisas, amor y felicidad, y en cambio, en países como el que nos relatas, u otros, exista tanto dolor.

    Realmente conmovedor, mi querido amigo, me asombras cuando te leo, cada día más.

    Te felicito, Isidoro, y en verdad siento admiración.

    Un beso enorme.

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    1. Me halaga que digas que mis relatos transmiten. Ese es el mayor premio para mí. Sobre todo por este tipo de relatos, escritos para transmitir. En cuanto a las sensaciones, procuro, como ves, intercalar lo más fuerte con otras más livianas, más divertidas, porque no todo va a ser drama. En cuanto a los niños, que razón tienes. La infancia es nuestro futuro. Deberíamos cuidarlo. Ellos se merecen todo lo mejor que podamos dar.
      Muchísimas gracias por tus palabras y tu cariño. Un beso enorme

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  13. Buen relato. Crudo, pero necesario. Quienes no tienen futuro, solo les queda el presente. Y más si son niños cuyo pasado tampoco existe. Saludos!

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    1. Que bien lo has descrito David. Niños que no tienen futuro y que tampoco han tenido pasado. Es triste. muy triste. Obviarlo no hace que desaparezca. Muchísimas gracias por pasarte a leerme y comentar. Encantado de tenerte por aquí

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  14. Aunque hacía algo de tiempo de mi última visita (estas navidades y el poco tiempo de blogueo que dejan), se cumple esa tónica habitual cuando leo alguna de tus historias, y es la grata sensación que queda después por la buena narración y la transmisión de tu idea a quien te lee, al margen de la temática.

    Este texto tiene un transfondo desolador por el terrible futuro de los protagonistas y el presente demasiado real que cuenta. Lo peor de todo es pensar que esto tiene demasiada verdad, y que a miles de kilómetros de nosotros puede haber chicos viviendo sus últimos días en libertad y sintiéndose vivos, desconocedores del futuro que les aguarda. En fin, esperemos que algún día cambie ese panorama.

    Un abrazo Isidoro.

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    1. Me hago cargo de la falta de tiempo, compañero. En Navidades se ha notado la falta de muchos por este mundillo, je, je, entre los que me incluyo. Siempre es un placer tu visita, en cualquier caso, ya lo sabes.
      Tienes mucha razón en que, lo peor de todo es pensar en la realidad de esta ficción (nunca mejor dicho) y es que el nombre de estos críos podía estar entre los miles que de verdad sufren esta tragedia y que, probablemente, viven el día a día mucho más intensamente que muchos de los hijos de familias "acomodadas"... En fin, como se suele decir, la vida son dos días, así que lo mejor es vivir, y punto.
      Un fuerte abrazo compañero, en breve me paso por tu blog a leerme lo que has publicado

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