jueves, 3 de agosto de 2017

Piel de lobo 1

 
El invierno arreciaba con furia barriendo el otoño, enterrando con manto blanco el caduco ropaje, escarchando con aliento helado los troncos pelados. Brumas espesas acechaban desde las cumbres, esperando el momento en que el alba buscase romper el embrujo de la noche, para tender su mortaja en el valle, recordando a todos sus habitantes quien es el dueño cuando el sol pierde la batalla.
 
La loba respiraba ya con dificultad. Había pasado toda la noche prisionera del cepo y su lucha por liberarse la había agotado completamente. La garra metálica se cerraba sobre su pata con una fuerza proporcional a la que ella ejercía para soltarse, desgarrando tejidos y manchando la nieve de color escarlata. El pequeño cachorro gemía y lamía su herida, sin atreverse a separarse del cuerpo cálido de su madre.
 
Al cabo de tres días, no tenía nieve limpia alrededor con la que saciar su sed y la lengua le colgaba de las fauces abiertas, mientras su vientre hinchado sufría contracciones debidas a los calambres. La cría, con miedo a aventurarse en un medio desconocido, permanecía muy quieta, intentando aprovechar el escaso calor que aún emanaba de la loba.
 
Cinco lunas duró la agonía completa y tres más hubieron de pasar hasta que el pequeño lobezno, medio muerto de hambre y de frío, se decidió a abandonar el estrecho círculo alrededor de su madre, en el que la nieve le había permitido sobrevivir a la deshidratación. Sin embargo, poco podía hacer el joven cachorro lejos de la leche materna. Cuando llegó la noche del séptimo día, prácticamente sin fuerzas, logró arrastrarse hasta el hueco de una rocas, dónde se acurrucó totalmente rendido. A la tenue luz del astro nocturno, antes de cerrar los ojos, aún pudo ver una sombra entre las sombras, que cubrió su cuerpo con negro manto. Entonces, el olor de su madre le reconfortó. Y ya no sintió frío.
 
                                                          Unas horas antes...
 
La puerta de la cantina se abrió con estrépito y la ventisca irrumpió con furia, envolviendo en su manto la figura de un hombre.
 
—¡Carallo de tormenta, válgame Deu!—exclamó, sacudiéndose con energía la nieve del tabardo— ¿Alguén de ostedes ven de Lulle?
 
—Non se pasa—contestó uno de los clientes, un tipo corpulento que daba la espalda al resto, absorto en el baile del fuego en la chimenea— O carronzo da Estremera ten casi un metro de neve. Más alá de esta porta, todo é negro e blanco, como si non ouvera outros colores. Mas lle vale pasar equi a noite.
 
El recién llegado echó un vistazo al interior. Aparte del que había hablado y el propio cantinero, tan solo dos personas más compartían el espacio de la taberna. Una anciana que sorbía la sopa humeante de un tazón y una joven que, con la mirada fija en el cristal empañado de la ventana, parecía ajena a la intromisión del hombre. Éste dejó caer un pesado fardo que, al golpear los tablones,formó una corona de nieve a su alrededor.
 
El hostalero rompió el breve silencio, tan solo perturbado por el crepitar de las llamas en el lagar y el viento en el exterior.
 
—¿Dónde vas con ese pellejo, Mauro? Sabes que aquí, en esta casa, no damos chorizos por matar al lobo.
 
—Pos ista fiera, para que o sepias, rondaba as vosas terras xa vay cerca de duas semanas. Non darás chourizos, pero tuveches suerte que eu anduvese por equí, senon, o mellor non tiñas nin chourizos nin rancho, que o lobo lle gusta incar o dente nos porcos das aldeas.
 
—Déixa os contos y tómate un chato. Vas a tener que pasar aquí la noche, así que no te conviene alardear mucho.
 
—Déjalo que hable, Antón—terció el hombre que se sentaba frente al fuego, volviéndose hacia los demás—. Y más cuando tiene razón. Esas alimañas me mataron dos ovejas el inverno pasado. No sé cómo, entraron hasta la cuadra. ¡Pero no se llevaron las ovejas! Las dejaron quedar, destripadas. Matan por matar, os fillos do demo. Son dañinos.
 
—¿Cómo sabes que fueron los lobos, y no uno de tus mastines?—inquirió el tal Antón mientras abría la espita de una barrica de vino—. Deberías tener presos a esos bichos. Cualquier día de estos te dan un disgusto con alguien.
 
—A ver Antón… Mis perros los he criado yo, y los he educado desde que son cachorros para defender lo mío. Ellos solo se irán a ti si te metes donde no te han llamado… En cambio el lobo es asesino. Es su instinto.
 
El lobero se acomodó tras una mesa, sin separarse de su fardo de pieles. El campesino sacó la picadura y se dispuso a prepararse un cigarro. La vieja continuó sorbiendo en su plato de sopa. La joven siguió las evoluciones de una mosca que había abandonado el cristal de la ventana para ir a posarse en la tibieza de la piel de lobo.
 
El cantinero se acercó a la mesa que había ocupado el recién llegado y le llenó un vaso de vino. Pareció meditar un instante mientras su cliente bebía y, llenando de nuevo el vaso vacío, se sentó a su lado.
 
—Mis padres vivían cerca de Riaño—comenzó—, en pleno corazón de los Picos. Allí sí que eran jodidos los inviernos y recuerdo que todos los años, después de las nieves, solíamos dar unas batidas. Era cuestión de limpiar un poco las loberas después de la época de cría, para que, de cara a la salida del ganado, no fuera muy numerosa la población de lobos jóvenes. Cuantos más lobos, menos comida para repartir, y más fácil que bajaran a las aldeas.
 
«Yo era muy joven, y la inexperiencia me pasó factura. Me había hecho un esguince y, el mayoral, para no retrasar al grupo, me dijo que me quedara en un refugio de pastores de arriba, que ellos me recogerían a la vuelta. Yo, sin embargo, fui tan inconsciente, que decidí volver solo. Fue el mayor error, pues no conocía bien aquella parte de la sierra y, al querer atajar bajando por el monte, me perdí. A eso de media tarde, empezaron a seguirme dos lobos. No se acercaban, pero los sentía. No se me ponían a tiro, pero aun así disparé un par de veces. Ni por esas. Armado y todo como iba, desorientado y nervioso, cogí miedo. Me temblaba todo, y sólo de mirar atrás y verlos se me ponían los pelos de punta. Cuando se iba la luz, debe ser que se sentían más seguros, y se acercaron más, gruñendo y enseñando los dientes. Yo, por mi parte, viendo que la cosa se ponía fea, trepé a un carballo grande y me até a las ramas con la cincha. Fue la peor noche de mi vida. Uno de los lobos marchó al poco, pero el otro no se movió de bajo el árbol. El caso es que podía haberlo matado… pero no sé por qué, no lo hice. Sabía que tendría que pasar la noche allí en lo alto y, no sé, quizás preferí sentirme acompañado por un lobo vivo que por uno muerto.
 
«Lo peor de todo, sin embargo, estaba por venir. Noche sin luna, no se veía un carallo, y lo único que oía eran bramidos y aullidos espeluznantes. Fueron varias horas en las que no dejé de oír gruñidos y ruidos de pelea. Alguna vez muy cercanos, otras veces como si se alejasen. Yo me imaginaba una jauría completa de lobos bajo el árbol, destrozándose unos a otros por la presa, esperando mi caída en medio de la noche para devorarme…
 
«Después, ladridos lastimeros, agónicos, y el silencio.
 
«El amanecer llegó en la tranquilidad. No había rastro de los lobos y el día me dio otra visión del lugar. En un par de horas conseguí llegar hasta la aldea. Una vez allí, pude enterarme de lo ocurrido.
 
«Habían estado buscándome desde la madrugada. Al parecer, un oso pardo herido se había introducido en el territorio de la manada y había creado la alerta. No es que fuera frecuente encontrar osos en aquellos lugares, pero a veces bajaba alguno de la montaña. Al final, los cánidos habían topado con el oso y habían luchado. Encontraron su cadáver junto al de uno de los lobos.
 
«Sabiendo aquello, los acontecimientos de la noche anterior, se me antojaron distintos. Por alguna razón que me resulta inexplicable aún ahora, los lobos no me perseguían, sino que me protegían. Yo había ido a cazarlos, y ellos, probablemente, me habían salvado la vida. Sigue siendo un misterio para mí la razón que los movió a actuar así. Quizás todo esto no sea más que el producto de mi imaginación, de mi juventud o del azar. Quizás los lobos, realmente, sólo esperaban un momento de debilidad para atacarme y se vieron sorprendidos por la presencia del oso…
 
«Lo único que sé, es que yo no te voy a dar nada por la piel de ese lobo.
 
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28 comentarios:

  1. Parece que estas historia y por que se que fala en galego es en alguna montaña de la Galicia profunda y montañosa. Veremos lo que nos depara el resto del relato. Un abrazo

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    1. Premio para la señora. Se trata de la Galicia profunda. Eso sí, tengo que avisar que, el lenguaje utilizado no es el gallego académico, sino una suerte de dialecto de las aldeas,que mezcla gallego, castellano y palabras locales y muy específicas. Además, he tratado de adaptar las expresiones que he considerado más incomprensibles, en varios repasos, de forma que el sentido del texto pudiese entenderse sin una traducción al margen que, a mi modo de ver, merma el efecto que he querido crear. Espero que te guste el resto, Mari Carmen. No sera muy largo, quizás unos cuatro capítulos
      Besos y muchas gracias por comentar compi

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  2. ¡Mmm! Cómo me va a gustar esta historia. Qué buen comienzo. Me da que el lobezno va a tener un papel importante. Me gusta porque no has humanizado a los lobos y, sin embargo, qué dos momentos: el lobezno perdiendo a su madre y los otros salvando al hombre. Muy buena la ambientación de la cantina. Me quedo esperando impaciente la continuación. Un beso, Isidoro

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    1. Pues espero no decepcionarte Ana, y tienes razón, el Lobezno tiene un papel importante. Aunque se trata de una historia contada por los hombres, los lobos son sus principales protagonistas. No quiero adelantar nada, aunque tengo que decir que el relato es un poco experimental y no estoy nada seguro de su resultado final. Bueno, ya me contarás.
      Un beso grande, Ana

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  3. Que sorpresa verte regresar con un relato como este, Isidoro. Me encanta ese ¡Manda carallo! un relato que entremezcla gallego y castellano para formar ese "castrapo" de la Galicia más interior, tan nuestro. Encima hay lobos, noches a la luz de la luna, hogueras, invierno, nieve, tabernas. Vamos, de frotarse las manos y sentarse a leerte... mmmmum, como dice Ana, ya estamos al acecho de la siguiente entrega.

    Me encanta. Muchos besos y no tardes en volver.

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    1. Me alegro mucho que te guste Manoli. Efectivamente, se trata de un relato con personajes y ambientes muy nuestros, y espero que os termine gustando, sobre todo, a aquellos que lo conocéis de primera mano. Como dices, es un relato para leer junto al fuego en un fría noche de invierno... Lástima que ahora mismo, de frío nada, ja ja
      Un beso muy grande, amiga Manoli

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  4. El cuento tiene ese sabor añejo de las historias de lobos que corren por la Galicia profunda, esas que todo gallego con ancestros del interior ha escuchado alguna vez. Todavía el miedo, y el odio también, al lobo pervive en esas zonas rurales y aunque su población ha mermado no son raros los avistamientos. Más de una vez he pensado en dar forma de cuento a alguna de esas leyendas aunque por uno u otra razón nunca han fructificado, tal vez algún día.
    Tu relato nos empapa en ese ambiente rural, aislado y atávico de costumbres antiguas. El miedo al lobo, muy bien gestionado, hace el resto. Los personajes están muy bien adaptados al paisano típico del rural, incluso algunos giros que has usado les dan verosimilitud. Eso sí, vas ter que tomar unhas clases de galego porque o que usaches nas conversas deixa un pouquiño que desexar jajaja. He leído en un comentario que lo has trucado un poco para adaptarlo pero como gallego la verdad se me hace un poco raro ;) . Iso e maila mosca en inverno son as únicas pegas que lle encontro :).
    Dejando las bromas aparte, la verdad Isidoro es que la historia promete y nos dejas además con la incógnita de que le ha ocurrido al lobezno que se ha quedado a las puertas de la muerte. Veremos como sigue la continuación. Un abrazo.

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    1. ¡Que razón tienes, Jorge! Todos los que tenemos algún vínculo con esas tierras hemos escuchado historias de lobos. Yo tenía exactamente el mismo interés que tú en llevar algún día al papel algún relato con este tema. Por eso, más que contar una historia de lobos, he querido contar una historia de historias de lobos. Y, no lo dudes, lánzate tú también. Estoy seguro de que, de tu pluma saldría un trabajo que disfrutaríamos.
      En cuanto a lo que me comentas, te contesto: lo cierto es que tuve dudas. Quería un relato dirigido al público castellano, pero siempre he intentado, en la medida de lo posible, reflejar cómo hablarían los personajes originales. En este caso iban a ser párrafos largos, por lo que no era sencillo y, aunque el gallego no es un idioma difícil de entender, sobre todo escrito, pensé que debería introducir notas al margen. Lo cierto es que quería evitar todo eso, pero me resistía a perder el encanto de la lengua original. Al final opté por dotar, tan solo a alguno de los personajes, de una lengua propia, que introdujese expresiones gallegas, otras castellanas y otras de propia cosecha. No es algo tan disparatado, mis padres vinieron haciéndolo desde que emigraron, ja jaaaa. De esa forma, modificaba aquello que me parecía difícil de comprender, pero no perdía el toque que quería darle al relato. Ruego me disculpéis todos los gallego parlantes, por este maltrato a nuestra lengua nativa. No digo que haya sido un acierto, solo una idea de planteamiento en un relato un tanto experimental. En las próximas entregas veremos su desarrollo. Y, por supuesto, valoraré tu opinión.
      En cuanto a la mosca... Lo confieso, no pensé en ello (¡Qué observador, paisano!) Bueno, moscas en invierno, difícil, pero alguna ingenua, renacida al calor del hogar... Ya sabes, como as meigas, habelas, hailas...
      Un fuerte abrazo, paisano

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  5. Pues en estos días de calor sofocante y venga sudar cómo se agradece un cuento invernal con nieve y ventiscas.
    El cuento promete, efectivamente. Habrá que ver cómo conectas esa escena en la taberna y esos recuerdos de Antón con la historia de la loba y el lobezno. Me da que un humano rescata a este último y se lo lleva, quién sabe si salva a la madre, no creo.
    Yo he entendido perfectamente los pasajes en gallego, estén retocados por ti o no. Además soy catalanoparlante, supongo que eso me lo facilita. Cómo me han hecho reír las pegas que te ha puesto Jorge en el anterior comentario. Pero que lo retoques y te preocupes demuestra lo mucho que cuidas el lenguaje cuando introduces lenguas originales, cosa que hemos podido ver por ejemplo con fragmentos en portugués o italiano en esos relatos de mafiosos. Con el japonés en Lily Mod no lo intentes, jajaja.
    Efectivamente el miedo y la repulsa al lobo ha de ser algo muy atávico y arraigado en zonas de montaña y rurales. Ya nos lo explicaba el gran Félix Rodríguez de la Fuente hace tantos años. Yo creo que a todos nos gustan los relatos o películas donde al lobo se le da un tratamiento más noble, no siempre de malo.
    Y bueno, formidable lo del oso herido y esa batalla en la naturaleza. Di Caprio me acaba de llamar y dice que si hacen película quiere el papel de prota. No aprende...

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    1. Bueno, bueno, no te voy a decir nada sobre las conexiones que se establecen ni lo que ocurra, por motivos evidentes, pero lo que si te digo es que recuerdes tus palabras y ya me dices si te lees el último capítulo... Creo que al final lo voy a dejar en tres, ya veré.
      Las pegas de Jorge tienen su fundamento, no cabe duda... Yo me he defendido como he podido, ja ja. Como dices, el lenguaje me parece un aspecto más que colabora a crear la escena, el ambiente y a los personajes. El problema es que no me gusta hacer traducciones al margen y siempre procuro buscar frases que, aún siendo en el idioma original, sean más o menos comprensibles... Por supuesto, no lo intento con el japonés, ja ja... Entre otras cosas porque no tiene nada que ver lo escrito con lo hablado. Por eso, cuando he escrito algún nombre o expresión japonesa en Lily Mod, lo he hecho con nuestra grafía occidental.
      Yo era un incondicional del amigo Félix, pero allá por las tierras del interior gallego le tenían una cierta manía, no creas, ya te puedes imaginar... Los puntos de vista son variados, y eso es precisamente lo que pretendo reflejar en este relato.
      Por cierto, a mi me encantó la película de Di Caprio
      Un abrazo

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  6. mravilloso como siempre hombre poeta

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    1. Lo maravilloso es haber conocido a gente como tú y que, además, me siga de forma incondicional.
      Muchísimas gracias. Mil besos

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    2. Me encantaría escribir asi
      bueno largo y tendido

      jaja me resulta imposible pero igualmente
      te admiro!!!!!!!!!!!

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  7. Buen empiezo para esta tu nueva aventura, amigo Isidoro. La Galicia profunda, oscura y dura, como escenario de una historia de tinte legendario. Y ese dialecto incomprensiblemente comprensible que usa los personajes, en vez de molestar, le da al relato una dimensión y un efecto cautivador.
    Veremos qué depara el futuro a nuestro lobezno desamparado.
    Un abrazo, compañero.

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    1. Blogger Isidoro Arias Valcárcel dijo...
      Muchas gracias Bruno. Espero dejaros a todos un buen sabor de boca con este relato... Y completarlo, porque no veas, no consigo recuperar tiempo para dedicarle a esto. Tengo pendientes, además, unas cuantas lecturas, entre ellas al menos cuatro capítulos de Rebis. Ahora mismo, a duras penas voy llegando a publicar... Pero también te digo, que gracias a ti, y al resto de amigos que me regalan su tiempo y sus palabras, creo que, tarde más o menos, volveré a estar ahí.
      Un abrazo fuerte, amigo

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  8. Desde luego Isidoro el ambiente está más que conseguido, da pena de la terrible y larga agonía de la desgraciada loba y mueve a piedad tanto la madre como el cachorro, y lo que más lástima da es que han sido, y siguen siendo, por desgracia, escenas reales.
    Si me lo permites compañero, comentarte que en los primeros párrafos creo que hay un exceso de gerundios, los aligeraría un poco cambiando algún tiempo verbal.

    La lengua gallega, de la que no has abusado y que se entiende casi en su totalidad, le da visos de realidad focalizando la escena en un lugar brumoso de algún bosque de Galicia.


    Me ha encantado, como siempre, tus detalles tan visuales, especialmente la corona de nieve al soltar el fardo y la mosca que revolotea desde el cristal a la piel del lobo.

    Los coloquios naturales, y repito, con una mezcla equilibrada de gallego y castellano.

    Nombras al pueblo de Riaño y me vino el recuerdo de mi padre nacido en un pueblo montañero de León llamado “Olleros de Sabero”, y también del miedo que le tenía a los lobos, ¡qué viene el lobo qué viene el lobo!, y del odio generalizado del “pueblo” al lobo, no hay más que leer los cuentos y leyendas populares, donde el lobo siempre era el depredador.

    Que me ha gustado mucho tu cuento no tan cuento Isidoro, a ver que pasa... y de nuevo quiero felicitarte por tu versatilidad, pues le pegas a todos los registros ¡carallo!





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    1. Hola Isabel
      Muchas gracias siempre por tus estupendos comentarios. Leyendo esos párrafos a la luz de tus palabras veo que, efectivamente, destaca la reiteración del gerundio. Veré cómo arreglarlo.
      Por lo demás, creo que has visto perfectamente mi intención a la hora de introducir el diálogo en ese pseudo-gallego, algo que ya he comentado, por lo que no me voy a enrollar.
      León y Lugo son mis lugares de referencia. Bien podría desarrollarse este relato en las colinas de Los Ancares, donde, como dices, el ancestral miedo al lobo ha generado todo tipo de cuentos y leyendas. Con este texto, no pretendo más que acercarme un poco a esa siempre tensa relación entre el lobo y el hombre, aportando mi visión a algo de lo que ya se ha escrito mucho.
      Y bueno Isabel, que espero estés disfrutando de un estupendo verano y también espero, en poco, volver a disfrutar yo de las lecturas que contigo tengo pendientes, porque últimamente, el tiempo me esquiva y la pereza, las escasas veces que el primero me acompaña, es la tercera en discordia
      Hasta la próxima, un beso muy grande

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  9. Hola Isidoro, la brújula de Isabel apuntó hacia acá y dejaste mi garganta cerrada con la suerte del lobezno. A punto de congelación entré a la cantina, cuyos calores de chimenea, del chato y la conversación me tienen en ascuas.

    Te felicito, que no me ha gustáo: ¡¡ME HÁ ENCANTÁO!!

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    1. Hola
      Me alegro mucho de haberte causado esas sensaciones. No literalmente, por supuesto, ja ja. Pero si, el que hayas disfrutado y que la lectura haya dejado placer en tu visita, la cual agradezco enormemente. Igual que tus palabras. Muchas gracias
      A ver que te parece la continuación. Aunque me estoy demorando un poquito, espero colgarla en muy breve
      Un saludo

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  10. ¡Hola, Isidoro! Me ha encantado este relato. Los lobos son unos animales que me encantan por su misterio y, sobre todo, por tanta literatura que se ha creado en torno a su figura. He sufrido con la suerte de la mamá loba y su lobezno y me he sumenrgido en ese suceso extraño que relata el hombre que rechaza la piel del oso. ¡Estoy deseando leer la próxima entrega!
    ¡Un abrazote!

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    1. ¡Hola Noemí!
      Ya sabía que te gustaría, je. He dejado bastante colgado el blog en las últimas semanas, así como mis visitas a otras páginas, y claro, he dejado a mis apreciados lectores con la miel en los labios en este relato de episodios. Lo siento, y espero continuar su publicación en breve. También espero contar con tu opinión en las próximas entregas... No te preocupes, va a ser cortito.
      Un beso muy fuerte y hasta prontito, a ver si me pongo ya las pilas

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    2. No te preocupes, en verano (y la resaca de vacaciones de septiembre) han echado el cierre a varios blogs. Casi no ha habido movimiento en los blogs de relatos. Yo misma he estado publicando sólo reseñas. Me tengo que poner las pilas yo también!😉

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  11. Caramba, Isidoro, cúanto tiempo sin escribir...Me he pasado por aquí varias veces a ver si teníamos ya una segunda parte del relato...espero que estés bien y que todo vaya bien. Leí en un comentario tuya que te había entrado la vagancia veraniega pero que volverías pronto con nuevo material. ¡Que estamos en noviembre! Jajaja.
    En fin, espero que estés bien. Un abrazo.

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    1. Tienes toda la razón del mundo, amigo. A este paso, me llegan las nieves, ja, ja. ¡Basta ya de vagancia!
      Voy a empezar por leer algo de todo lo pendiente, para cogerle las ganas y, luego, a escribir...
      Muchas gracias por tu interés y tu apoyo, compañero WA... ¡Qué haría sin vosotros! Un fuerte abrazo

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  12. Saludos Isidoro. No me conoces, acabo de descubrir tu blog por casualidad.
    Voy "chafardeando" de aquí para allá, para ver si aprendo algo...
    Me ha encantado tu relato, no soy gallega, pero no ha hecho falta traducción.
    La emoción me ha tocado con la muerte de la loba y su pequeña cría y la decisión de rechazar la piel del animal.
    Si el hombre se comportara como lo que presume ser: un "animal racional", tal vez, muchas cosas cambiaran...
    Intentaré volverte a encontrar para seguir el relato.
    Gracias Isidoro.

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    1. Hola Ana
      Encantado de tu visita y muchas gracias por el comentario.
      Me alegro que te haya gustado. Llevo un tiempo descolgado del blog y este fue el punto y aparte. La verdad es que dejé a mis incondicionales con la miel en los labios... Espero que no me lo tengan muy en cuenta. Sin embargo, tengo intención de continuar ya mismo. El lunes espero poder publicar el siguiente capítulo, posiblemente de tres. Será un placer contar con tu opinión. Creo que te sorprenderá la continuación. Y si algo no entiendes del gallego (he preferido dejarlo así para darle ese toque ambiental difícil de conseguir de otra manera) yo te traduzco.
      Un saludo. Y gracias a ti, por supuesto

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  13. Hola Isidoro he venido a devolverte la visita y me he encontrado con un relato que aunque es de hace unos meses no había leído,así que he aprovechado la visita.

    ¿Qué decir del relato? Pues que me ha encantado, esa combinación de castellano con el gallego que se entiende perfectamente, me ha situado en tierra de lobos y el sufrimiento de esa loba y de su cría, han conseguido enternecerme y angustiarme al mismo tiempo, he visto perfectamente a ese animalito desorientado y deseando ayudar a la madre, uy muy triste.
    Los lobos siempre han alimentado muchas leyendas negras y llevan una pesada carga como depredadores pero en realidad solo intentan vivir, los peores depredadores siempre resultamos ser los humanos.

    Felicidades por la historia, espero que la continúes en breve.

    Besos

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    1. Pues muchísimas gracias, Conxita, por la cortesía y por, tus siempre amables palabras. Todo un aliciente para continuar escribiendo en el blog. Ay, si no fuera por vosotros... Esta misma tarde publicaré la esperada continuación del relato. Espero que te guste... Y te sorprenda.
      Muchas gracias de nuevo y un beso enorme

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