martes, 5 de enero de 2016

Todo queda en casa

 
Luna llena, gélida, como el suelo de piedra bajo tus pies, enfriado el calor de antiguos esplendores. Tu aliento empaña el cristal y se evapora lentamente a la cálida luz de las velas, descubriendo el reflejo de tu rostro contraído.

Allá abajo, junto a la torre oeste, machacando la grava del sendero que rodea el patio principal, dos caballos de color siena rompen la noche tirando de un carruaje verde ocre con un inconfundible escudo dorado en la portezuela; el mismo que, finamente bordado, adorna tu ropa de seda. En la aterciopelada penumbra del interior, unos ojos esmeralda huyen de la maldición.

Una rabia contenida inunda tu ser como una marea, que retrocede siempre antes de alcanzar su clímax. La indignación que crece en la impotencia tensa los músculos de tu brazo y libera su fuerza con ira. El bronce pulido del candelabro se estrella contra el muro y tu silueta se dibuja en el lienzo nacarado del ventanal. Con asfixiante angustia te arrojas contra la recia puerta de madera. La violencia del choque parece mover tus huesos dentro de la carne, pero sólo produce un eco sordo en la profunda soledad de piedra.

Un dolor conocido se abre paso en tus entrañas, amenazando con resquebrajar tus venas, que parecen escupir su sangre fuera de ti; te pica todo el cuerpo, como si miles de minúsculos insectos horadasen tu piel. Te coges el cuello del camisón con dedos rígidos y lo rasgas con desesperación. Desnudo, te revuelcas en la frialdad de las losas, intentando aliviar el escozor que te corroe.

Tus uñas crecen por segundos, negras y duras como el granito, y un vello denso y lanoso cubre tus genitales, tu pecho, tus miembros, tu nuca, tus axilas. El tormento alcanza el limbo de lo insoportable y un grito inhumano escapa de tu garganta mientras tus huesos se deforman imperceptiblemente, encorvándose, endureciéndose, estirándose bajo tu nueva piel.

De repente, con un infinito alivio, sientes que el dolor retrocede, pero tu cuerpo ya no es el mismo; ni tu mente tampoco. El sufrimiento, el amor, la compasión, ya no existen. Ahora, en tus ojos enrojecidos sólo brilla el terror, la rabia, la desesperación.

Con un ímpetu desconocido y sorprendente, tu cuerpo se lanza hacia delante y atraviesa el hueco de la ventana, haciendo estallar su transparencia en una refulgente nube de cristal destrozado que acompaña lentamente tu caída.

El frío aire nocturno parece despertar tus nuevos sentidos y, nada más tocar el suelo, llega claramente a tus oídos el lejano crujir de las ruedas y el suave golpeteo de los cascos. Tu olfato aún percibe retazos del acre sudor de las bestias y entre ellos, una pizca del delicioso aroma que embriaga tu memoria. Corres velozmente, viendo cómo los esqueletos de los árboles, endurecidos por la luna, se deslizan a tu alrededor sin osar tocarte, vertiginosamente. Un salto magistral y estás encima del carruaje que persigues. Los caballos se espantan y relinchan, los ojos del cochero se clavan en tus afilados colmillos, la madera salta despedazada bajo tus zarpas. Arrancas los goznes. En el marco de la portezuela contraria, una horrorizada figura se enreda en la aparatosidad de su propio vestido turquesa.

La excitación te inunda cuando estás sobre ella, las fauces abiertas, goteando espuma en su rostro. Rasgas su ropa, te detienes un segundo a contemplar su piel rosada tiñéndose de rojo, antes de probar el tierno manjar que te ofrece su pecho y... de repente, otra vez el dolor, punzante, intenso, diferente, con olor a pólvora, con sabor a plata vieja. Te vuelves instintivamente y ves una sombra tras de ti, empuñando el cañón, aún humeante, que brilla con luna de muerte. En la grupa de su caballo, grabado a fuego, ese mismo escudo maldito.
 
¿Por qué tu propio hermano?

Dos siluetas se abrazan al cobijo de la niebla.

«Por lo menos, todo queda en casa», piensas irónicamente, y dejas que la húmeda fragancia de la hierba otoñal empape tu piel desnuda.
 
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25 comentarios:

  1. Que bien escrito que está esto Isidoro, aunque es una historia de terror parece toda poesía. La transformación del hombre en la bestia rebosa emoción con el ritmo vertiginoso que le imprimes a la narración y cuando persigue a su víctima nos hace ir detrás de ella preguntándonos que sorpresa se nos reserva. Finalmente ese toque final no carente de cierta ironía pone un magnífico broche al relato. Muy bueno, amigo, un relato para no leer en las noches de luna llena. Un abrazo.

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    1. Muchas gracias compañero por esas palabras que me llenan de ánimo. Este relato lo comencé sin saber muy bien a donde llegaría y le di varias vueltas al final, no quedándome muy satisfecho de todas formas. Me alegra que te haya gustado
      Un abrazo

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  2. Magnífico, amigo Isidoro. La transformación de la bestia evoca a la que sufre el protagonista de la película Hombre lobo americano en Londres, de John Landis, salvaje, cruda y terrorífica, hasta que el dolor pasa, la conciencia se nubla y sólo queda la urgencia de satisfacer el ansia demoníaca. Cuánta razón llevabas cuando me comentaste el eterno cruce de caminos al que estamos encadenados; yo me he metido en la mente de una víctima de ataque zombie y tú en el de un licántropo, dos de los grandes iconos del género de terror.
    Un saludo y... cuidado con la próxima luna llena.

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    1. Muchas gracias amigo. Lo has notado, ¿eh? Efectivamente, me inspiré en esa película para el momento de la transformación. Es una escena que se quedó grabada en la mente de los aficionados al cine de terror a pesar de los años que han pasado y lo que han evolucinado los efectos especiales. Por aquí nos seguimos viendo y cruzando nuestras letras
      Un abrazo

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  3. Genial, trepidante. Me ha encantado la descipción de la transformación. Y el final, todo queda en casa.
    Una maldición horrible muy bien definida.
    Un besillo.

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    1. Me alegro que te haya gustado María. Lo cierto es que el relato se centra precisamente en esa transformación tan visual, que como dije antes, no deja de ser un homenaje a esos grandes momentos que el cine de "hombres lobo" nos ha dado, je, je
      Un abrazo

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  4. Un relato de terror escrito con una prosa hermosa, poética que impregna cada una de las palabras y frases. Un ritmo frenético con esa segunda persona que no desciende en ningún momento, es más, aumenta conforme nos acercamos al final, pues lo inicias creando una atmósfera envolvente muy lograda, lo continuas con una transformación descrita de un modo detallado y magistral, que nos hace ver y sentir (gracias a esa forma directa del narrador utilizado) sin piedad. Luego llega la persecución al carro, un instante intenso, sin duda, con un ritmo espectacular. Y todo ello envuelto en el misterio, pues queremos saber quién es la mujer que va en el carro y quién es el hombre-lobo. Una historia que trata el tema tan manido del hombre lobo, pero a la cual tú, con tu buen hacer de escritor, y tu gran narración, le impregnas un toque muy original.
    Un abrazo, Compañero.

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    1. Muchas gracias Ricardo por ese análisis tan pormenorizado en el que describes a la perfección la forma en la que he elaborado mi relato. Quizás al final no ha quedado muy clara la identidad de los personajes (es algo sobre lo que no he quedado muy satisfecho), pues he de decir, aún desvelando el misterio, que ella es la esposa del hombre-lobo, que huye de la maldición y además de su propio sentimiento de culpa por ser la amante del hermano de su marido, el cual acaba matando al hombre-lobo... Por eso todo queda en casa. Esta claro que todo esto queda en la mente del escritor, pues no llega a desvelarse en su totalidad... Es como el fondo sobre el que luego se escribe ese trocito de historia, pero igualmente muchas otras historias pueden nacer de la imaginación de quien ha leído este fragmento y todas igual de verdaderas.
      Un abrazo compañero

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    2. Lo había pillado, Isidoro, lo que pasa que no lo puse en el comentario por si alguien lo leía antes que el relato. Una gran y enrevesada historia la que esconde este aparente relato licántropo.

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    3. Buffff, la he cagado, jua jua...
      Si es que realmente pensaba que no era fácil entresacar esa historia de lo poco que contaba, pero acabas de dejarme claro que quizás he infravalorado la intuición de los lectores. Pido perdón humildemente y muchas gracias por aclarármelo.
      Un abrazo compañero

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    1. Muchas gracias Ricardo, por tu visita. Me alegro que te haya gustado
      Un saludo

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  6. Pues yo creo que lo mejor es lo que no dices pero dejas entrever mientras nos dejas sin aliento con el ritmo trepidante de la historia. Me encanta el trasfondo de venganza y amor que va más allá de la típica historia de terror. Un abrazo y mis felicitaciones.

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    1. Cuando escribí este relato mi intención era crear en el lector, con las palabras, las mismas sensaciones que podía estar teniendo el hombre lobo ante su transformación, ante la rabia por la pérdida del ser amado y la misma transformación de esa rabia en instinto fiero, en sed de sangre. De ahí la segunda persona, como si el narrador se estuviese dirigiendo al mismo lector-protagonista. Muchas gracias por tus palabras Ana y me alegro que te haya gustado
      Un abrazo

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  7. No sólo es el magnífico ritmo que has impreso al relato, ni el uso de la segunda persona que hace que desde la primera palabra nos sintamos protagonistas, arrastrados por el dolor y por una fuerza más antigua que nosotros y totalmente desconocida...
    No sólo es porque no decae ni un segundo hasta la última palabra, ni por la historia de infidelidad y de terrible naturaleza...
    No.
    Es porque en los pocos minutos que se tarda en leer este cuento nos haces sentir expectación, dolor, miedo, sorpresa y alivio.
    Muchas emociones en poco tiempo. Mucha maestría la tuya escribiendo. Sencillamente perfecto.
    Gracias por este cuento.

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    1. Muchas gracias por tus palabras EmeM, me "llenan de orgullo y satisfacción" como diría alguien. Bromas aparte, es por esto que vale la pena tener un blog donde compartir. Créeme si te digo que, en primera instancia había titulado a este cuento "Sensaciones", porque precisamente era eso lo que quería provocar en quien lo leyese. Luego pensé que ese título podía alejarlo de su tema un tanto terrorífico y opté por otro, pero tu comentario me hace pensar que no iba desencaminado.
      Un abrazo

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    2. En absoluto desencaminado. Ha sido un tránsito por todas esas sensaciones, (y alguna más que me dejo en el tintero/teclado), absolutamente inesperado.
      Y todo en un espacio breve de tiempo, como una buena, buenísima canción.
      Un abrazo :)

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  8. Es genial como la última frase te devuelve al título, ya estaba yo pensando que qué tenía que ver. Muy buena, no quisiera yo verme en esta situación. En la de estar comiendo y que me ataquen por la espalda, digo.

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    1. ¡Pues no!, y menos cuando estás comiendo... en tu propia casa, je, je
      Muchas gracias por leer y comentar Holden

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  9. Después de todos los comentarios de los compañeros, solo puedo decirte que relatas de una manera fenomenal. Un terror poético que te devora a base de sensaciones continuas. ;)
    Un abrazo. =)

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    1. Eso que dices no es "solo", es "mucho" Cada comentario se agradece como si fuera único, qué te voy a decir a ti, compañera. Es el alimento de los que escribimos. Es un placer tenerte por aquí
      Un abrazo

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  10. Isidoro consigues transmitir perfectamente la desazón, esas sensaciones duras, esa inquietud, esa rabia diría yo por lo que se es y no se quiere, por lo que pasa y no debería, una historia de terror bien llevada.
    Felicidades.
    Un saludo

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    1. Me gusta que comentes precisamente esa sensación, esa rabia por tener que sufrir algo que no se desea, algo que probablemente es la causa de todo. De ahí la última frase, donde lo que se expresa es paz cuando todo acaba.
      Muchas gracias por pasarte y comentar Conxita
      Un saludo

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  11. ¡Buenísimo relato!! Motivos de sobra tendría si los hubiera despedazado. Me pongo de parte del hombre lobo. Tal vez la forma en que está narrado el texto, dejándonos entrar en su piel siendo partícipes a igual tiempo de su sufrimiento, es lo que da pie para crear cierto vínculo con el personaje hasta el punto de no encontrar justo censurarlo por su naturaleza; al contrario de los personajes secundarios, a quienes sí que puede juzgárseles por sus acciones. Una historia vívida, genial y algo escalofriante! ¡Abrazos, Isidoro! ;)

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    1. Pues ahora que lo dices, repasando un poco mis relatos de “monstruos”, observo que en todos ellos el “monstruo” no es el más malo de la historia. Quizás yo también empatizo con esos seres torturados por su propia maldición y por la que otros les imponen.
      Muchas gracias Fritzy, un placer recibir y leer tus comentarios
      Un abrazo

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