lunes, 24 de septiembre de 2018

Mala fama 7. Vis a vis


—Ya no te esmeras como antes, putilla.

El tío Fran se ajustaba el cordón del pijama carcelario mientras yo me retocaba con el lápiz labial.

—¡¡Cinco minutos!!—Voceaba el guardia tras la puerta.

—Cuando salga—continuó mi tío—, todo volverá a ser igual... Bueno, no... ¡Será mejor! Tengo planes, sabes. Vas a dejar la calle. No quiero que me toquen más esas tetas. Ya eres mayor de edad y te mereces otra vida, fuera de las calles.

»En la cárcel tienes tiempo para pensar, sabes, y se valoran cosas que antes ni se tenían en cuenta.

Supuse que no se refería a mi persona, ya que hablaba de «cosas».

—Gran parte de la mercancía quedó a buen recaudo antes de que me colocasen los «estupas». Nos dará un buen retiro por algunos años. Y tu cuerpecito será solo para uso y disfrute del tato. Bueno... Y para algún que otro rico caprichoso que sepa valorarlo en sus justas medidas...

Sus carcajadas, y sus manos haciendo el gesto de contornear mi figura, evidenciaron lo acertado de mi juicio.

Antes de que terminase con sus huesos en la cárcel, el tío Fran llevaba tres años chuleándome, y a cambio me daba cama, comida y protección. La primera compartida, la segunda escasa y la última... pendiente de definición. Según él, yo no necesitaba dinero pues podía pedirle lo que quisiera, aunque lo único para lo que no reparaba en gastos era la ropa, cuanto más atrevida, mejor. «La imagen es lo que vende», decía. Así que, siempre iba de puta, hasta para ir al mercado.

—Ya nada podría ser igual, tío... Las «cosas» cambian. ¿Recuerdas al flaco, ese que llamaban «trípode»

—¡Si¡ Una mala bestia.

—Pues ahora, yo soy su «Bella» y tú has pasado a ser Gastón.

—«Gastón», no… Ahorrador. Pero siempre hice todo lo posible por darte lo mejor.

—Lo tomaré como una deuda pendiente. Pero ahora ya no dependo de ti, y saldarla es cuestión de tiempo.

—¡Ni lo sueñes! A la familia no se la deja en la estacada. Y menos por un descerebrado.

—¡¡Dos minutos!!

—Su nombre es Nazario.

—¡Lo que sea! Ese tío es un psicópata. Era el sicario del Oso y su esclavo, hasta que decidió cargárselo... ¡Con las manos desnudas! Por lo visto alguien le pagaba mejor. Dicen que violaba a todas sus víctimas antes de matarlas, fuesen hombres o mujeres, antes o después... O al mismo tiempo, el muy cerdo, con esa enorme...

—¡Personalidad! Es la palabra adecuada. Cuando lo conoces en libertad, deja de ser ese monstruo insensible que solo vive para satisfacer los más oscuros deseos del amo. De hecho, nunca volvió a tocarme sin que yo se lo pidiera.

—¡No, no puede ser! ¡Mientes!

—¿Recuerdas mi primera vez?... Yo sí. Me dejaste con el gordo, y me dijiste «si te portas bien y haces lo que él te pida, te compro lo que quieras»… Yo ni siquiera sabía que lo que quería eran unos zapatos de tacón… Tú sí… En fin, el caso es que este tío estaba allí. Tu «gordo» era impotente, y se corría viendo sufrir. Él hizo las veces y los bises. Eso, sí, por la puerta de servicio, como todo buen lacayo. Yo…, qué quieres, hice lo que pude...

»El flaco me encontró tiempo después, cuando te enchironaron, y viendo el campo libre, quiso repetir. Yo le convencí de que podría repetir las veces que quisiera si me daba protección. Creo que se encoñó cuando me lo hizo de frente, porque no paraba de decirme que tenía los luceros más bonitos que había visto en su vida. Y te puedo asegurar que era un tío de pocas palabras, y de pocas luces.

—Aunque tú estúpida historia sea cierta, a ese animal no le vas a ver mucho más... Aquí dentro se oye de todo... Por lo visto, alguien le delató, alguien que sabía muy bien de qué pie cojeaba, alguien que estaba cerca o... conocía a alguien de cerca... No sé quién habrá tenido redaños para ello pero, sin tener que dar la cara, la conseguido que le caigan más años de los que puede cumplir.

—Él sí lo sabe, tío. O al menos cree saberlo...

»Y sabes, tío... Creo que ha tenido suerte, porque le han puesto en la misma celda que al chivato.

—No comprendo... ¿De qué hablas?

—Pues... Que tendrás que cambiarte de calzoncillos más a menudo.

—¡¡Visitantes fuera!!

—¡¡Hija de putaaaaaa!!—Fueron sus últimas palabras en vida.

Yo le agradecí que me recordase a mi madre, porque me fui de allí sin remordimiento.
 
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7 comentarios:

  1. La venganza se sirve en plato frío, que dicen. Ya creía que la chica había caído en las redes de otro proxeneta. Es lista, hay que ver cuánto se aprende en la calle. Como siempre se te dan de miedo los diálogos, sobre todo de estos personajes canallas. A ver por dónde sale ahora el tío Fran. Muy bueno, Isidoro. Un beso

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    1. Muchas gracias, Ana. Lo cierto es que me gusta escribir sobre este tipo de personajes, hacerlos hablar, interactuar. Es un ejercicio estimulante, ja ja
      Ahora bien, el tío Fran no creo que pueda decir mucho más en el futuro pero... Quién sabe
      Un beso

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  2. Es como lo dice Ana Madrigal, los canallesco se te da ;
    Tiene que ser un alivio cuando has terminado de escribir una serie tan bucólica, sensible y casi espiritual como la de Xenia y Suso, volver a pisar el barrio y mancharte los zapatos de barro, ya me entiendes. O al contrario, después de "vomitar" a estos personajes tan marginales, cambiar el registro.

    Te sales con los diálogos Isidoro.
    Muy muy buenos.

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    1. La verdad es que me siento cómodo en ese ambiente, ja ja. No sé por qué... Y también me gusta cambiar el registro, alternar. Primero, para no aburrir, pero también para no aburrirme. Me alegro que te hayan gustado los diálogos. Los de Felicia me resultan especialmente atractivos por esa mezcla de fatalismo y humor negro que tienen.
      Besos

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  3. Ya lo dice el refrán: "La venganza, como la vichyssoise, es un plato que se sirve frío". Lo siento, Isidoro, pero no me he podido contener y he recordado mi relato de venganza, mujeres barbudas y vichyssoise. Volviendo al tuyo, que ahora es lo importante, me ha encantado está vuelta a tu lado más realista, sucio y salvaje, tan opuesto a la historia de amor entre Xenia y Suso, que tan agridulce gusto me dejó en la boca.
    Diálogos duros para una historia de la que aún nos queda por leer y disfrutar. Un abrazo, compañero.

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    1. Muchas gracias, amigo Bruno. Como dicen Ana y Tara, da un cierto placer canalla volver a este registro duro e irónico, después del blandito de "Arandedo". Y sí, Felicia tiene mucho que contar y a mi me encanta relatar sus aventuras. Ya veremos...
      Un abrazo, compañero

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  4. Genial capítulo de "Mala fama". Me alegro de que Felicia haya conseguido vengarse de ese canalla.
    El diálogo es magnífico. ¡Un abrazo, compi de letras!

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