miércoles, 18 de marzo de 2015

Demi & Angie


Angie era diferente a todas las demás. Nos conocimos en enero y en junio ya estábamos comprometidos. Al comienzo, le dejé muy claro que no quería ninguna atadura, y que el hecho de que estuviésemos juntos, no significaba que fuese a renunciar al resto de mi vida ni, por supuesto, a mi relación con otras mujeres. Estaba acostumbrado a satisfacer siempre todos mis caprichos y, el saberme blanco potencial de las «cazafortunas», dejaba mi conciencia libre de cualquier escrúpulo. Sin embargo, todo cambiaría a lo largo de aquellos meses. Lo primero que hizo fue dejarme claro que no tendríamos relaciones íntimas hasta no haber pasado lo que llamaba el «período de prueba» y, lo más curioso, es que acepté sus condiciones.

Angie me hechizó de tal manera, que incluso llegué a compartir con ella secretos que nadie más conocía. Un hechizo que iba más allá del placer carnal, por el que soportaba con estoicismo la tortura de contemplar su cuerpo escultural en bikini, durante las tardes que pasábamos en mi casa de Los Cayos. La observaba embelesado cada vez que se levantaba de la tumbona para darse un baño, y no podía apartar la vista del tatuaje en forma de trébol de cuatro hojas que lucía en su nalga derecha. Era como si la diosa Fortuna, una vez más, me estuviese señalando aquello, tan valioso, que debía poseer.

Por otro lado estaba Demi, a quien conocí un par de semanas después. Superficial, voluble, imprevisible, pero en cualquier caso, me seguía haciendo disfrutar momentos irrepetibles en cada uno de nuestros encuentros. Desde el primer momento mantuvimos una relación puramente erótica, apasionada y, sin embargo, totalmente blindada a las flechas de cupido. Demi era un espíritu libre que sólo pensaba en disfrutar al máximo todas y cada una de las oportunidades que la vida le ofrecía. Con un carácter agresivo, pero a la vez tremendamente subyugante, resultaba muy difícil resistirse a su atractivo y, aunque lo intenté, no pude renunciar a los juegos sexuales de aquella chica de estética gótica, oscura, que gustaba de la ropa negra y de todo lo relacionado con la muerte, incluso en el morboso diseño de su lencería.

Mi relación con ambas se complementaba a la perfección. Mientras, fijábamos la fecha de la boda. Iba a ser algo sonado. Angie tenía los contactos y yo el dinero. Le di carta blanca para que organizase a su antojo, y una tarjeta de crédito sobre mi cuenta. Ella preparó una fastuosa velada de despedida en la mansión de Palm Beach, mientras que yo, tuve a mi disposición las dos cubiertas del Galante II para mis últimas horas de soltero.

La noche elegida discurrió, entre las brumas del alcohol, por torrentes de lujuria, arrastrando los restos de cordura que el polvo blanco no cubrió. Entonces, cuando la mayoría de los invitados tenían muy mermada su capacidad para apreciar el «show», apareció la guinda del pastel: una preciosidad de rubio platino, vestidito negro de Prada y máscara veneciana con plumas de búho cubriéndole el rostro.

Sonaba «Never gonna give you up», de Barry White, y la «stripper» se acercó despacio, acompasando sus movimientos con el ritmo de la música. Se movió a mi alrededor, estrechando el cerco, hasta que el perfume de su piel se enroscó en mi cuerpo para hipnotizarme. Apoyó una pierna entre las mías, clavando el tacón de su «Manolo» peligrosamente cerca de mi entrepierna. Sus dedos dibujaron el descenso, desde lo alto de su muslo, hasta tocar los brillantes de una tobillera de Graff. Poco después, fue el vestido el que, gracias a un calculado movimiento de hombros y cadera, siguió el mismo camino. El conjunto interior era diseño de Huit en encaje negro. Cuando la «showgirl» desabrochó su top y lo sostuvo, evitando que cayera, un deseo incontenible se hizo dueño de todas mis facultades, pero cuando extendió los brazos y la prenda se deslizó al suelo, una sensación familiar me invadió, como si la visión de aquel cuerpo revelando sus secretos activase algún punto de mi memoria que no era capaz de identificar. En los últimos compases de la melodía, la chica me dio la espalda, se inclinó hacia delante, flexionó un poco su pierna derecha y sujetó el culotte por ambos lados. La fina tela de encaje se fue plegando hacia abajo con exasperante lentitud, al tiempo que descubría dos nalgas perfectas, que me desafiaban a un palmo de la cara. Sobre una de ellas, burlándose de mí, un trébol de cuatro hojas y, sobre éste, una delgada línea negra que surgía de las profundidades y se separaba, rodeando las caderas, para unirse de nuevo en el origen del mundo.

Mis labios se alargaban en forma de sonrisa, acompañando el ondulante movimiento giratorio del cuerpo de Angie que, poco a poco, alineaba su ombligo con mi frente.

En ese punto exacto se congeló la sonrisa, dejando una mueca extraña en mi rostro de piedra. A escasos centímetros de mis ojos, una calavera sobre dos tibias cruzadas, en encaje blanco sobre un minúsculo triángulo de seda negra, se reía de mí a mandíbula batiente.

Justo en aquel instante de promesas infinitas, todo desapareció como si no hubiera existido. Nunca llegué a ver la piel que había bajo la seda. Angie desapareció de mi vida aquella noche. Igual que todo el dinero de la cuenta bancaria. Igual que Demi y todo su guardarropa en blanco y negro.

A pesar de todo, no puedo dejar de aplaudir la jugada. Jamás le hubiera dado acceso a mis datos a Demi, y Angie habría tenido que esperar hasta legalizar nuestra situación, una vez casados. Juntas tuvieron éxito en lo que por separado habrían fracasado. Mientras le vendía mi alma al diablo, un ángel robaba mi corazón… y mi dinero.

Pero algún día las encontraré… y entonces…
 
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10 comentarios:

  1. ¡Genial!! Me encanta la ironía de que el jugador terminara convirtiéndose en una pieza dentro del juego. Me pregunto qué rol ocupará cuando las encuentre, pero imagino que para cuando lo haga Demi y Angie ya habrán tenido tiempo suficiente de planear otra espléndida jugada.. ¡Un abrazote!! ;)

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    1. ¡Menuda parejita! ¿verdad? Se han convertido en mis heroínas, je, je. Creo que a este tipo le han humillado más en su orgullo que en su cartera, y ese rencor suele ser muy dañino, pero sí, estoy seguro que más le vale no meterse con ellas. Muchas gracias por leerme Fritzy, un abrazo

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  2. Menudo giro la historia. Ya me dejaste con la boca abierta cuando la stripper resultó ser Angie, pero que, además, estuviera compinchada con Demi, ha sido un golpe maestro. Una vez más, me quito el sombrero. Un abrazo, Isidoro, y mis felicitaciones.

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    1. No sabes cuanto me halaga que me regales parte de tu tiempo leyéndote mis cuentos Ana, pues admiro tu trabajo. Y ya ni te digo si encima me haces comentarios así. Me alegro que te haya gustado mi pequeña historia de "Ángeles y demonios"
      Un abrazo

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  3. Vaya giro que da la historia de pronto. Para nada esperado. Una mezcla de amor y erotismo bien escrita, como nos tienes acostumbrados, con frases que valen oro, como esta: ''Mientras le vendía mi alma al diablo, un ángel robaba mi corazón...'', entre otras muchas. Una trama bien hilada y llevada con una estructura excelente que mantiene la tensión hasta que explota con ese giro totalmente inesperado. Eres un crack escribiendo, y no es un halago gratuito... y lo sabes, como diría Julio Iglesias. Un abrazo, Compañero.

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    1. Cuánto me alegro de verte por aquí, Ricardo. Espero que sea un síntoma de que recuperas tu actividad creativa a tu ritmo habitual y dentro de poco sea yo el que te lee a ti. Muchísimas gracias por tus palabras y, por supuesto, por recorrerte mi blog. Ya lo he dicho muchas veces, pero no me canso de repetirlo: es un privilegio tener a gente como tú de seguidores. Entre todos hacemos que esto sea un placer, y eso es la esencia de todo. Es decir, lo que nos empuja a escribir.
      La verdad es que sí que es una buena frase esa, ¿eh?, modestia aparte, je, je. Estaría bien en la letra de una canción. Me alegro mucho que te haya gustado este pequeño relato compañero. Nos leemos muy pronto
      Un fuerte abrazo

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  4. Fíjate que hace ya unos años, en un día de esos tontos que te pones alguna película de la televisión, vi "Las seductoras" (creo que era un remake pero no estoy seguro) con una madre y una hija que seducían personas adineradas para luego estafarlas. De hecho al estafado inicial le tocan la fibra porque, a pesar de quedarse tieso, estaba enamorado de una de ellas y la sigue buscando.

    En este caso, aún sin ese vínculo previo entre ambas, nuestro protagonista ha quedado finalmente desplumado y desprovisto de su juego sexual. Que por cierto estas chicas góticas a veces tienen un poderoso atractivo jaja. Ha estado muy bien tanto la revelación de quién era la stripper, como el golpe final del dúo femenino.

    ¡Un placer seguir leyéndote!

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    1. Creo haber visto esa película en una de esas tardes que dices...¿La actriz que hace de hija no sería Jennifer Love Hewitt? Por lo que recuerdo, me resultó entretenida. La verdad es que no sé si el relato lo escribí antes o después, pero sí que se acercan, sí. La chica podía haber hecho perfectamente el papel, tanto de Demi como de Angie, je, je
      Me alegro que te haya gustado amigo y muchísimas gracias por tu tiempo, que no debe ser mucho a juzgar tan sólo por la ingente tarea que tienes que tu blog. Acabo de leerme lo último de "Encuentro casual", que llevaba un poco de retraso, je, je
      Un fuerte abrazo

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  5. Un relato que nos introduce en una estafa en toda regla. Me imaginaba la stripper que sería la chica del trébol . Lo que no me supuse era que te habían dejado sin tu poderoso de dinero. Muy bueno y escribes como los ángeles. Una brazo

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    1. Muchas gracias por el piropo María, me vas a sacar los colores. Me alegro mucho que te haya gustado este pequeño relato con moraleja: el que mucho abarca, poco aprieta, je, je
      Besos a montones

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