domingo, 30 de septiembre de 2012

A menos de un metro

 
Los Caprichos de Goya amarillean a espaldas de la multitud. Autómatas de carne suben al tren de la vida por inercia y bajan por aburrimiento. Unos ojos esmeralda sorprenden mi mirada y huyen de nuevo al anonimato. El metro irrumpe con estrépito, perturbando pensamientos adormecidos. Andanada de cigarrillos, empujones solapados, lucha sin cuartel por un asiento libre. La muchacha de ojos verdes entra en el vagón dos puertas más allá y yo diluyo la decepción en las páginas de un libro. Bajo el asfalto de la Puerta del Sol, miles de almas descienden al infierno para conquistar su derecho a existir. Los iris de turmalina reaparecen en un cuerpo de sirena que se acerca sinuosamente. A menos de un metro el aroma de su cabello nubla la realidad. Bajo los cines de Fuencarral, una nueva riada de gente comprime los límites de lo decente. A escasos centímetros su aliento eriza el vello de mi nuca. La gente se prepara para salir, girando el cuerpo más allá de lo prudente. Siento su pecho contra mi espalda, inflamando mis sentidos. Al fin, en el arrollador torrente que se desborda hacia las escaleras mecánicas, los ojos verdes desaparecen de mi vista como si nunca hubiesen existido.

En los torniquetes de salida, varios inspectores piden los billetes. Cuando voy a sacar el mío descubro que la cartera ya no está en mi bolsillo. Intento explicar lo ocurrido y el empleado sonríe con sarcasmo mientras sigue con la mirada a una exuberante pelirroja. Supongo que la tentación también tiene su precio.


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10 comentarios:

  1. Vaya final, Isidoro. No me lo esperaba para nada. Me atrapaste desde la primera palabra. Me parecía estar subida en ese vagón del metro y recibir los empujones. Y casi he creído ver como la chica deslizaba la mano de la chica para coger la cartera. Te felicito y te mando un abrazo

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  2. Muchas gracias por bucear en mi blog Ana. Es un relato que presenté en un concurso con límite de palabras y tuve que ir acortando, acortando lo que ya tenía escrito hasta que salió esto. Al ir comprimiéndolo tuve la misma sensación que el protagonista, je, je
    Me alegro que te haya gustado. Un abrazo

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  3. Jijiji supongo que tu relato va en otra dirección al mío, pero es que esas miradas son hipnotizantes, jejeje.
    Un gran final.
    Un besillo.

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    1. Sí, si, en otra dirección, je, je. Como la cartera del pobre hombre... Pero esos ojos, ¿Qué tendrán?
      Muchas gracias por pasarte María
      Besos

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  4. Tremendo este microrrelato. Redactado con oficio, cada una de las frases vale su peso en oro; no baja el nivel (muy alto) en ningún momento. Describes una situación cotidiana, agobiante y un tanto sucia de una manera ciertamente bella, por la literatura que desprende, utilizando localizaciones reales. Nos distraes con los ojos verdes, al igual que al protagonistas y nos haces creer cosas muy diferentes a lo que en realidad son. Finalmente revelas la sorpresa, o más bien el giro inesperado, de una forma natural y humorística, y toda la tensión del momento se desvanece. No hay que fiarse de los ángeles; nunca se sabe cuando puede ser uno caído.
    Un abrazo, Isidoro.

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    1. Hola de nuevo, Isidoro. He compartido uno de mis antiguos relatos y he indicado que se te notifique, porque sé que los que no son nuevos no los ves. No estoy seguro de si te ha llegado la invitación, por eso te lo digo por aquí. Espero que no te moleste; lo hago porque sé que te gustan mis historias, y además, esta en concreto es mencionada en mi nuevo relato, el cual subiré entre mañana y pasado.
      Un saludo de nuevo, Compañero.

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    2. Que voy a decir con ese comentario tan lúcido y exacto Ricardo. Yo mismo no lo hubiera dicho mejor si tengo que presentar o resumir el texto, te lo digo en serio. Has captado toda la esencia del mismo.
      No me molesta en absoluto que me hayas enviado la notificación. Es más, te lo agradezco. Es un verdadero honor recibir este trato personal compañero. Lo de que no vea los relatos nuevos, verás... Te aseguro que ojalá tuviese más tiempo para bucear en los blogs que sigo ¿me creerás si te digo que a duras penas consigo seguir lo nuevo que se va publicando? Ya me contarás como lo hacéis vosotros, los blogueros con más experiencia, porque yo, dado el tiempo con el que cuento, entre escribir, publicar y leer los blogs que sigo, no doy a basto con más. Y que conste esto en acta: Ciertamente me gustan tus historias, y espero algún día tener tiempo para leer muchas más de las que ya tienes publicadas, de verdad. Conclusión: muchas gracias por comentarme lo de tus cuentos. Ahora mismito me voy a leer el más antiguo, que el nuevo ya no es tan nuevo, je, je (joer, si es que no me pongo al día)
      Abrazos colega

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    3. Jjaja, bueno, me refería a que se te pasan los relatos viejos que republico; los nuevos siempre los ves. En cuanto al nuevo, lo subí ayer así que todavía sigue siendo nuevo, jaja. El de ''Salchichas con Ketchup'' es el antiguo que resubí porque hay una pequeña mención en el nuevo, pero no es secuela ni precuela ni nada. No te preocupes por las lecturas: sé que tarde o temprano, acabaré recibiendo tu visita; no me preocupa cuánto se tarde, porque sé que eres de los habituales. Un abrazo.

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  5. Bonito y sorprendente relato, Isidoro. Hay miradas que atrapan y también manos muy largas. Por estas cosas hay que tener los pies en el suelo y no dejarse llevar por las ensoñaciones, ya que todo sueño tiene su punto de pesadilla. Me ha encantado el ambiente que has creado, sacando la belleza oculta de lo cotidiano para, al final, dejar caer un jarro de agua fría que nos devuelva a la realidad. ¡Me encantan esos finales! ¡Un abrazote, amigo!

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    1. Hola Noemí, cuanto bueno por aquí (¡Anda, me ha salido un pareado!)
      Me alegro que te guste. Cierto, las apariencias engañan y, muchas veces, pagamos el precio, precisamente, por dejarnos llevar por esas apariencias, como tú muy bien dices. Me gusta tu lectura, "sacando la belleza de lo cotidiano para, al final, devolvernos a la realidad"
      Otra cosa, te voy a escribir ahora mismo a tu correo... Bueno, si encuentro tu dirección, ja, ja, que desastre...
      Un beso muy grande

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